El gran día llegó. Nuestro hijo acaba de nacer y ahora todos pendientes de él. Por qué llora, tendrá hambre, no duerme…
Estas son las preocupaciones lógicas que surgirán en el momento en que nuestra familia crezca en uno más. Los papás muy contentos con su bebe pero ¿y ellos? ¿La vida de pareja sigue igual?
La respuesta evidente es que no. Cuando nace un niño, éste colma de felicidad al matrimonio pero tendemos a olvidar que seguimos teniendo una pareja y que estamos descuidándola.
Se deterioran las conversaciones ya que la mayor preocupación es el niño y deja de haber comunicación entre los padres. Además, la vida sexual se ve seriamente afectada y desaparecen los juegos eróticos por falta de tiempo. Los hábitos y costumbres se alteran. Ya no salimos de fiesta con los amigos y pasamos el domingo en la cama junto a nuestra pareja. Ahora los domingos acudimos a casa de los padres o los suegros para llevarles el nieto, abundan las comidas familiares. Nuestros hábitos de ocio y diversión se alteran y pasamos de ver películas de terror a dibujos animados.
Por eso, no debemos olvidar nunca que somos una pareja y que la comunicación es esencial para que siga funcionando. No se debe quitar tiempo al niño pero sí administrarlo de tal forma que nos quede algo para nosotros mismos y para fortalecer la relación.
Del amor y la dedicación nacen los buenos padres y los valores que todo niño debe aprender. No debemos olvidar que también los papás necesitan mimos y atenciones.
Fuente: Revista Consumer