A medida van pasando los años las formas del amor y del enamoramiento va cambiando. Esto no significa que no sea igual de intensa y movilizadora, pero no es igual la manera en que se enamoran dos adolescentes a la manera que se enamoran quienes están transitando las cuatro décadas.
Es cierto, y conocido por todas nosotras que en el amor no existen reglas establecidas y cuando conocemos a una persona ideal el corazón empieza a mandar por sobre la razón. Si estas enamorada o lo estuviste alguna vez podrás darle un significado a la palabra amor, y seguramente esta definición será diferente de acuerdo a la etapa de la vida en que te encuentres.
El amor en la infancia es muy especial, puro y sincero. Podemos decir que el primer amor es el que el bebé siente por su madre, seguramente en el mundo no tendrá un amor tan fuerte e incondicional. Después al ingresar a la escuela seguramente los niños sienten amor por su maestra, tomándola como referente y como un reemplazo de su figura materna. Las maestras pasan a ser, dentro de ese espacio, su figura de protección.
En esta época el amor es sincero y puro. También puede surgir un especial amor entre los compañeros de colegio. A todas nos ha pasado sentirnos enamorada del compañero de banco o de ese amigo que se vuelve en alguien inseparable en el momento de los juegos.
Durante la adolescencia el amor se vuelve más romántico e intenso. Empiezan a aparecer los primeros deseos, la atracción sexual y empieza a cambiar el tipo de intimidad entre dos personas que se gustan. En esta etapa no es necesario tener sexo para sentir el enamoramiento ya que estar junto a la persona que te gusta será suficiente. Es una concepción especial que a lo largo de la vida ira cambiando.
Los adolescentes están convencidos que el amor que sienten será eterno pero posiblemente la realidad les demuestre que se trata de un romance fugaz que nunca olvidarán.
El amor en la etapa adulta empieza a cambiar y a vivirse de esta manera, se empieza a compartir las experiencias que enseñan las personas con las que decidimos estar. En muchas oportunidades es la etapa en donde se toma la decisión de compartir el resto de la vida con esa persona, afianzando la relación teniendo hijos o yéndose a vivir juntos.
Cuando estamos pisando los treinta años se quiere establecer relaciones que sean más estables, se empieza a pensar en formar una familia, ya no creemos en los príncipes azules, unicamente le damos valor a las personas por el afecto que nos despiertas y las virtudes que tienen.
Al llegar a la madurez se va generando un sentimiento más profundo de complicidad con la pareja, en muchas oportunidades el amor pasional va dejando lugar a un amor fraternal, a un vínculo más intenso. Si por diferentes razones no se tiene pareja las personas pueden disfrutar de su autonomía.
Y por último nos referiremos al amor durante la vejez. En esta etapa de la vida los hijos ya se fueron a vivir solos y empiezan a aparecer (o no) los nietos. Es un momento muy especial en el cual se descubren nuevos sentimientos.