Pareja

COMO ORGANIZAR UNA FIESTA CON ÉXITO

Autor: Lau
Fecha: 9 Ago 2007
En un lugar de noche de Madrid, hace un par de semanas, están orgnizando una fiesta para que todo el mundo ligue. El método es sencillo. Al entrar en la puerta, te cuelgan un número. Dentro del local busca unos espacios en los hay boli y papel.
Ahora, buscas a alguien que te guste, ves su número, esbribes algo original o recurrente, buscas a la chica de las alitas, o sea una chica ataviada de Cupida Atómica, y ésta le lleva tu mensaje al chico o la chica que le digas.
¿La fiesta? un éxito. Un juego sencillo y más viejo que el TBO. Se ha convertido en el mejor método para que hombres y mujeres establezcan relaciones. Todos los jueves The Bourbon Café (Carrera de San Jerónimo en Madrid) se convierte en un espacio de libertad y de relación de todo tipo. Si tenéis oportunidad,¡No os lo perdáis!

¿Cómo saber…?

Autor: Olga
Fecha: 26 Jun 2007
Un grave error que nos hace pensar que nunca más. Algo que duele tan hondo que a medida que subes y lo dejas atrás sientes la experiencia latente y dices: nunca más… nunca más…

Y pasa el tiempo, y eres feliz, y ruedas, y te enderezas y vuelves a rodar, y después, sin darte cuenta, has tropezado con el mismo canto con el que habías topado la primera vez.

¿Por qué? ¿Tiene que ver con la memoria selectiva? Si es selectiva… ¿Por qué olvidamos lo que realmente no podemos olvidar?

Ser fuerte no es suficiente a la hora de afrontar un problema común. Un problema de dos.

Cuando una pareja en crisis intenta solucionar las cosas porque se quieren, cada uno utiliza su método, y al final, la rueda. La espiral…

[i]»De prometer hacerlo bien, de cometer un nuevo error, de no saber pedir perdón, o pedirlo demasiadas veces»[/i]

Cuando os dáis cuenta de que es imposible, de que sois incompatibles, de que es difícil seguir… ahí, es el momento, no se puede volver a tropezar… ¿O es que esta vez será distinto? Pues sí, esa clase de memoria selectiva es a la que me refiero. Esta vez es distinto.

[i]»¿Por qué me dices que va a ser distinto, si luego vuelve a ser lo mismo?, ¿qué tengo que ser para ser algo?, ¿para quererte solo valgo?»[/i]

Olvidar a una persona es difícil. Más si entre esa persona y tú hubo sentimientos encontrados, discusiones absurdas, miradas irritantes. Lo malo, siempre empuja a algo más malo. Y si nos empeñamos en mejorarlo, cada fracaso es un mundo de fracasos.
Y después… el olvido. El insoportable sentimiento de no poder, o no querer…. y cuando lo consigues… la memoria selectiva actúa. Y por lo tanto, volvemos a caer.

[i]»Cuál es la reacción química, que convierte un punzante sentimiento de melancolía y tristeza por extrañar a alguien, en una suave cosquilla allí donde esa persona nos hubiera «tatuado» sus recuerdos.»[/i]

Animo a usuarias y editoras a hablar de la memoria selectiva, del olvido, del fracaso y de la recuperación. Os animo a escribir en foro y artículos aquello que los humanos tenemos para bien o para mal y que nos hace girar y girar como peonzas en un mundo de sentimientos repetido y a la vez…. tan nuevos….

LOS AMANTES DE TERUEL, BOBA ELLA, BOBO ÉL.

Autor: gloria
Fecha: 26 May 2007
Isabel hizo su primer paseo a la fuente cogida de la mano de Diego que, enfundado en su delantal, caminaba tan grave y erguido como un duque. “Parece que vayan a un baile de palacio”, bromeaban las criadas que los seguían. Pero la cosa dejó de tener gracia cuando Isabel tuvo su primera regla.

En el siglo XIII las mujeres eran eternas menores de edad y, además de dotarlas con arreglo a su posición y fortuna, un padre que se preciara de tal debía dejarlas “colocadas”, esto es, o bien casadas o monjas. Si no, serían un estorbo para su hermano que sería entonces el indicado por la ley para gobernarlas.

El padre de Isabel consideró que ya había demorado demasiado el asunto. Así que empezó a tratar su matrimonio con un buen partido: Pedro Fernández de Azagra, hermano del Señor de Albarracín. Al enterarse, Isabel se quedó blanca. Y en vez de soltar una risita y sonrojarse con las bromas de su madre, echó a correr hacia su cuarto gritando entre sollozos que no quería casarse con ése. El matrimonio se miró con asombro. “Será boba –dijo la madre-. ¿Dónde va a encontrar un caballero mejor”

Al día siguiente, el buen hombre estaba desayunando tranquilamente cuando entró el chico de la casa de al lado y, muy serio, le pidió la mano de Isabel. A punto estuvo de acertarle con el patadón que le mandó. [i]Pero tú eres bobo[/i], pensó. [i]¿Cómo se te ocurre semejante cosa? [/i] Luego se echó a reír. Que salidas tan chuscas tenía el mozo.

Tenía razón. Isabel, además de sus otros encantos, era hija de una importante familia y contaba con la mejor dote de la ciudad. Diego, en cambio, era el segundón de un terrateniente acomodado y desde niño se le había preparado para servir en alguna mesnada. Y una cosa era llevarse bien con los vecinos y otra dar ese salto inmenso en la escala social.

Pero no había forma de sacar a Isabel de la cama. Tenía tiritera y se negaba a comer. Diego, tozudo, juraba y perjuraba que en poco tiempo conseguiría la fama y la fortuna suficientes. El padre de Isabel hubiera mandado a los criados que le pegaran una buena paliza para terminar la cosa. Pero no quería ofender a su vecino, el padre de Diego, un hombre cortés y buen cristiano.

Así que, muy diplomáticamente, le dio largas a la cosa del casorio. Al fin y al cabo, Isabel era aún muy niña; no había prisa por casarla antes de cinco años, cuando ya hubiera cumplido los 17. “Mira, si para entonces has conseguido alzarte hasta ella, yo sería feliz entregándote su mano. Pero si no, tienes que comprender que yo debo casar a mi hija con un hombre que la merezca”, dijo.

El corazón de Diego se llenó de esperanza. Sabía que quedándose en Teruel no conseguiría medrar, así que partió a la guerra de Valencia con el caballo y las armas que le compró su padre. El hombre le vio marchar con tristeza: era aún muy joven. Pero, conociendo a su hijo, quizá fuera lo mejor. Así se olvidaría de Isabel y de todas sus demás tonterías.

Diego partió a la guerra de Valencia y durante algún tiempo solo se recibieron de él noticias sobre batallas, desgracias y princesas moras. Mientras tanto, las conversaciones entre el padre de Isabel y Pedro Fernández avanzaban lentamente: Isabel sostenía con empeño que había hecho el juramento sagrado de esperar a Diego durante cinco años.

El padre de Isabel manejó el asunto con habilidad y, dando como ciertos los últimos rumores sobre la muerte de Diego, fijó la fecha de la boda para el día siguiente a aquél en que se cumplían los cinco años, con lo que a un tiempo logró vencer la resistencia de su hija y calmar la urgencia del de Azagra. Precisamente ese fue el día que eligió Diego para regresar.

Cuando se enteró de que la boda de Isabel acababa de celebrárse, no se lo pudo creer y fue a buscarla a casa de Azagra. Isabel, que tenía noticias de la llegada de Diego desde que salió de la iglesia del brazo de su ya marido, se las había arreglado para salir al jardín un rato, mientras los hombres bebían. Mientras sus amigas entretenían a las ya consuegras, salió al encuentro de Diego.

Al verlo, Isabel se quedó un poco parada. Diego no era tal y como le recordaba. Sus facciones eran más duras y parecía más alto. Algunos dicen que volvió a Teruel rico y al mando de un centenar de hombres; otros que pobre y solo, como un mendigo. Sea como fuere, después del viaje que se había pegado no debía estar en su mejor momento

Diego, en cambio, quedó deslumbrado. Isabel estaba guapísima con sus galas de novia. Tanto que el mosqueo se le quitó de golpe. No sabemos a ciencia cierta que hizo en sus años de aventuras, pero lo que sí es seguro es que había aprendido algo: Los besos en la boca, aparte de ser una guarrada, daban gustirrinín.

“Bésame, Isabel”, dijo cogiéndola bruscamente por la cintura mientras buscaba su boca. Ella se echó atrás, sobresaltada. La educación sexual proporcionada por las ayas era muy deficiente y para Isabel los besos en la boca se entremezclaban misteriosamente con signos de pureza sanguinolentos que el de Azagra reconocería inmediatamente. “Pero si me acabo de casar”, contestó confusa.

“No seas boba, mujer. Si te va a gustar”, insistió él. A Isabel, desconcertada, se le agolparon en la memoria aquellos cinco años de resistencia pasiva en solitario y, sin poder evitarlo, se puso baturra: “Para bobo, tú. A buenas horas apareces”, dijo.

Las consuegras reclaman a Isabel y los amantes no tienen tiempo de más. En la puerta de la casa que ahora es la de Isabel, Diego cae fulminado. Su corazón enamorado no ha podido superar el rechazo de Isabel.

Al día siguiente, una mujer velada se presenta en el funeral de Diego. Es Isabel que, resueltas sus dudas en la noche de bodas, se arrepiente de no haberle dado el simple beso que le pedía. Así que se acerca al féretro y, mientras está besando los labios fríos del cadáver, cae desplomada sobre él. Ha muerto de amor.

Era el siglo XIII en Teruel. Si hubiera sido el XXI, el CSI hubiera averiguado rápidamente por qué medio actuó el amor. Quizá un virus extraño contraído por Diego o una malformación congénita de alguna válvula cardiaca. Hoy las ciencias adelantan que es una barbaridad. Pero, aún así, en muchos lugares del mundo todavía siguen muriendo chiquillos solo porque se han enamorado como bobos.

En todos los lugares del mundo donde las mujeres siguen considerándose seres que deben ser gobernados.

AMISTADES ROTAS

Autor: Valeria
Fecha: 18 May 2007
AMISTADES ROTAS

Bueno, ya está. Ha ocurrido. Tu pareja se ha roto. No es la primera ni será la última, pero después de años de relación monógama en la que te has volcado en la pareja, en los hijos, en la casa, te encuentras de pronto muy, pero que muy sola.
Quieres regresar a algún tipo de vida social y no tienes con quién.
Siempre habrá alguna amiga con la que compartir un café o ir al cine una vez al mes, pero tus amistades seguirán con su vida. Es probable que ya no te apetezcan esas reuniones de pareja, porque claro, tú ya no la tienes. Parece que no encajas, que sobras allí. Incluso piensas que algún que otro marido ha comenzado a mirarte raro, como si tuviera temor a que el divorcio fuese una especie de virus contagioso. Sobre todo si la decisión de romper ha sido tuya.
¿Y esa pareja que creías amiga y ahora ha dejado de llamarte sin más? Está claro, se han puesto del otro lado, lo cual no es reprochable hasta cierto punto. Pero… ¿por qué razón han dejado de llamarte a ti? ¿Se rompe la pareja y se rompe la amistad? Si, puede ocurrir.
Lejos de deprimirnos chicas, debemos ir en busca de nuevos horizontes. ¿Te gusta leer? Pues busca en tu ciudad algún grupo de lectura. Si preguntas en las bibliotecas, seguro que sabrán orientarte sobre alguna de éstas tertulias. ¿Siempre has tenido el gusanillo del arte? Pues apúntate a clases de pintura; algunos ayuntamientos imparten talleres gratuitos. ¿Ha llegado el momento de ponerse en forma? Enfúndate en un chándal y sal al parque a pasear. Regálate una mascota; los perros son siempre un buen acicate para comenzar una conversación. ¿Tus hijos son pequeños y estás aún muy pillada con ellos? Aprovecha y disfruta; escápate a un hotel con animación infantil. Llévales a todas las actividades lúdicas que organicen en la ciudad. Olvídate por un día de las tareas de la casa y organiza una acampada en su cuarto.
Piensa en que el tiempo libre del que ahora dispones es sólo tuyo; ya no tendrá lugar ese tita-afloja para decidir si mar o montaña. Ahora eres tú la que elige, la que es dueña de su tiempo, la que puede permitirse el lujo de un domingo entero de tumbing frente al televisor atiborrándote de palomitas mientras los hijos están de fin de semana alterno. No más discusiones sobre el mando a distancia. No más calentarte la cabeza sobre el menú del día festivo.
No tengas prisa por volver a emparejarte; disfruta de tu nuevo status. Busca amistades afines, recíclate, crece como ser humano. Haz que el objetivo de tu vida sea la serenidad.
Con el tiempo, si alguien ha de llegar, lo hará. Y si el príncipe azul no aparece en su cadillac blanco a rescatarte, no importa. Tú ya has resistido. Date la enhorabuena y sigue tu camino.

El arte de amar

Autor: Olga
Fecha: 5 May 2007
Uno de los errores que se cometen en la sociedad actual es la suposición de que no hay nada que aprender sobe el amor. Radica en la [b]confusión[/b] entre la experiencia inicial del «enamorarse» y la situación permanente de estar enamorado.

Si dos personas que son desconocidas la una para la otra, como lo somos todos, dejan caer de pronto la barrera que las separa, y se sienten cercanas, se sienten uno, ese momento de unidad constituye uno de los más estimulantes y excitantes de a vida.
Y resulta aún más maravilloso y milagroso para aquellas personas que han vivido encerradas, aisladas, sin amor.

Ese milagro de súbita intimidad suele verse facilitado si se combina o inicia con la atracción sexual y su consumación. Sin embargo, tal tipo de amor es, por su misma naturaleza, [b]poco duradero[/b]. Las dos personas llegan a conocerse bien, su intimidad pierde cada vez más su carácter milagroso, hasta que su antagonismo, sus desilusiones, u aburrimiento mutuo, terminan por matar lo que pueda quedar de la excitación inicial. No obstante, al comienzo no saben todo esto: en realidad, consideran la intensidad del apasionamiento, ese estar «locos» el uno por e otro como una prueba de la intensidad de su amor, uando solo muestra el grado de su [b]soledad anterior.[/b]
Esa actitud -que no hay nada más fácil que amar- sigue siendo la idea prevaleciente sobre el amor, a pesar de las abrumadoras pruebas de lo contrario.
Prácticamente no xiste ninguna otra actividad o empresa que se inicie con tan tremendas esperanzas y expectaciones, y que, no obstante, fracase tan a menudo como el amor. [b]Si ello ocurriera con cualquier otra actividad, la gente estaría ansiosa por conocer los motivos del fracaso y por corregir sus errores -o renunciaría a la actividad-.[/b] Puesto que lo últim es imposible en el caso del amor, sólo parece haber una forma adecuada de superar el fracaso del amor, y es examinar las causas de tal fracaso y esudiar el significado del amor.

Erich Froom (El arte de amar)

¿QUÉ HACEMOS LAS MUJERES CUANDO YA NADIE NOS MIRA?

Autor: gloria
Fecha: 10 Abr 2007
Tras la revolución social aparejada a la liberación de la mujer ha aparecido una nueva clase de mujeres: Las económicamente independientes, profesionales de prestigio o empresarias exitosas a las que la sociedad les da a escoger entre carrera o familia, una dicotomía que muchas veces desemboca en la soledad.

Parecería que, a partir de cierta edad, las mujeres nos volvemos invisibles. Los hombres dejan de interesarse por nosotras. Aparece entonces la soledad, la falta de cariño, el deseo insatisfecho. ¿Qué hacemos entonces? Hoy día, tener un gigoló es una de las soluciones.

Es un fenómeno innegable. Los anuncios ofreciendo este tipo de servicios están ahí, podemos verlos todos los días en cualquier periódico. Sin embargo, es prácticamente imposible encontrar a alguien que reconozca haberlos utilizado. ¿Por qué? ¿Qué clase de mujeres son las que pagan por sexo? Neus Arqués escribió su novela para responder a esta pregunta.

La clienta es Rosa, una cincuentona divorciada a la que su masajista le recomienda contratar a un gigoló para sacudirse la tristeza. La cosa se complica cuando Iván, el amante remunerado, se enamora de Bel, una treintañera desengañada.

– [i]Rosa termina recurriendo a un amante de pago porque no lo encuentra en sus relaciones sociales [/i]–nos dice Neus- [i]Si pudiera no pagar, Rosa no pagaría, pero… Bel, por su parte, es víctima de su propia invisibilidad: necesita la aprobación externa para sentirse bien.[/i]

Aunque el eje de la historia es la invisibilidad, el personaje de Bel nos mete de lleno en otro tema espinoso: la infidelidad. Sin falsos pudores ni moralinas, Neus nos pregunta: Qué es peor, ¿acostarse con el novio de tu mejor amiga o con un gigoló?

– [i]Las mujeres somos las mejores amigas… o las peores enemigas. Y, por desgracia, a veces nos traicionamos por un hombre.[/i]

¿Y que piensan los hombres de todo esto, Neus?

– [i]Me ha sorprendido constatar que la novela tiene muchos lectores hombres. Por sus comentarios en el blog de «Un hombre de pago» deduzco que la respuesta oscila entre el interés y la incomprensión. Tanto las mujeres como los hombres estamos desconcertados.[/i]

Tradicionalmente, el hombre es capaz de separar el sexo del amor, mientras que para la mujer lo uno es consecuencia irremediable de lo otro. Quizás esa norma no escrita también esté cambiando.

Vida en pareja: Cambios

Autor: yomujer
Fecha: 27 Feb 2007
Convivir con otra persona, sea pareja o no, no es fácil en muchas ocasiones. Lo vemos en las propias familias, en los pisos compartidos e incluso en el trabajo, en el que no existe esa convivencia. En todos ellos hay una especie de reglas, expresas o tácitas, para que las relaciones sean agradables y equitativas, Desde luego, casi siempre alguien falta a esas normas y comienzan los problemas, aunque también casi siempre suele haber alguien que intenta conciliar, que prefiere callar para evitar roces o que cede en beneficio del otro.

Cuando de una pareja se trata, generalmente uno cede más que el otro. Esto, después de un tiempo, puede acarrear desilusión, decepción y reproches, pese a que nadie le obligó y a que lo hizo, por tanto, voluntariamente para que la relación funcionase. Lo ideal sería que esos actos de cesión los hubiese por parte de los dos; pero lo ideal casi siempre es utópico.

A las mujeres se nos achaca querer cambiar a nuestra pareja en muchos aspectos: forma de vestir, reuniones familiares, asistencia a fiestas, codazos disimulados, pataditas por debajo de la mesa,…Algunos aceptan de buen grado; pero muchos se sienten coaccionados u obligados en cierta forma, porque piensan que no hacer caso a esas insinuaciones o proposiciones dará lugar a caras serias o a algún que otro “castigo”.

Pero los hombres también lo hacen, pues no faltan quienes se enfadan porque la mujer lleva una determinada prenda de vestir, ni quienes invitan a amigos a casa sin previo aviso.

Son ejemplos y hay muchos más, por supuesto: no tapar el frasco del gel, hacer zapping apoderándose del mando a distancia de la televisión, horarios diferentes, …

El cambio de uno mismo no tiene por qué ser malo, si es espontáneo, ya que es una forma de evolucionar: lo problemático es cuando se quiere cambiar al otro.

La adaptación del uno al otro en la vida en pareja forma parte de la relación misma, pues nadie es igual ni tiene exactamente los mismos gustos, aficiones, inquietudes o manías. Y esa adaptación en los primeros años, aunque difícil, quizás sea más llevadera, porque el entusiasmo inicial juega a favor, o tal vez en contra (según como se mire), en el sentido de que las renuncias y las acomodaciones al otro se suelen hacer con alegría, aunque cuesten; pero tal vez también esos primeros años marquen los comportamientos futuros; después, pasados éstos, puede ser la causa de una buena relación o todo lo contrario, dependiendo de cómo se haya llevado a cabo.

Mucho más se puede decir sobre el tema; pero prefiero que me ayudéis. ¿Os apetece?

Las diez cosas que más odio de San Valentín

Autor: Diana
Fecha: 14 Feb 2007
[b]1. [b]Ese [i]tsunami [/i]de corazoncitos rojos que de repente lo invade todo[/b] . había que empezar por lo obvio ¿no? De verdad ¿es necesario tanto corazón, tanto lacito, tanta brillantina? Se te pican las muelas con sólo salir a la calle ese día y oler el azúcar en el ambiente…

[b]2. Que al final, todo se reduce al regalo[/b]. No nos engañemos: si CocaCola inventó a Papá Noel, lo vistió de rojo y lo introdujo por las chimeneas en las casas de medio mundo, San Valentín y su omnipresente Cupido hace otro tanto en Febrero. Hombre, es que se estaban ya acabando las rebajas de Enero y había que tirar de algo para seguir aumentando las ventas. Además, últimamente ya no se estila eso de los bombones: ahora parece que lo suyo es regalar una escapada romántica de fin de semana, o similar. ¡Claro, cuesta mucho más caro!

[b]3. Las reposiciones de películas cursis en televisión[/b]. Si tengo que volver a ver «Love Story» una vez más, me pego un tiro; he avisado.
Pero ¿es que nadie se acuerda de Billy Wilder, por amor de dios? «Sabrina», «Vacaciones en Roma», «El partamento» o «Con faldas y a lo loco»… Y las hay más modernas: «Una habitación con vistas», «Cuando Harry encontró a Sally» En fin, una película que no recurra otra vez al chorreo de tópicos y la lágrima fácil.

[b]4. Si no estás enamorada eres una marciana[/b]. Vale, el amor es un sentimiento maravilloso y bla bla bla… pero ¿y si alguien no está enamorado? ¿Por qué tiene que soportar ese bombardeo? ¿Por qué hay que poner en un pedestal ese sentimiento si a lo mejor en este momento de tu vida no es tan importante?

[b]5. Si no tienes pareja estás incompleta[/b]. Esta es una de las cosas que más me fastidian de San Valentín… y del resto de los días: la sociedad ha decidido -al parecer- que el sestado natural del ser humano es la pareja. Así que, si por la razón que sea, no tienes pareja, es que algo te falta. Y la gente te compadece, te miran con lástima en las fiestas o reuniones de amigos, te buscan plan sin que tú lo pidas… Y no es resentimiento, conste: vivo felizmente en pareja (trío, en realidad: él, yo y la hipoteca; cuesta tanto que es como una más de la familia)

Pues resulta que puede ser muy bueno estar, al menos un tiempo, sin pareja, sobre todo para nosotras. Yo lo recomiendo. Será que nos educan siempre para complacer al hombre, para adaptarnos a él, para depender de él,… unos meses o añitos sin te pueden dar muchas claves sobre ti misma.

[b]6. Los especiales de las revistas[/b]. Ay, esas encuestas…»Cómo es tu hombre ideal» ([i]¡aaargh![/i]), «Cómo saber si estáis hechos el uno para el otro» ([i]¡aaaargh, aaaargh![/i]), «Cómo conquistar al hombre de tus sueños» ([i]¡mátame, mátame ya![/i]). ¡Ah! y esas «Grandes historias de amor» que vuelven a invadir las revistas estos días… «Lady Di y Carlos de Inglaterra» ¡Corred a vuestros kioskos!

[b]7. Los especiales de la televisión[/b]. ¡Por favor, otro especial «Sorpresa, sorpresa» no! Peores aún que los de las revistas, porque éstos se te metén en la salita sin avisar, entre zapping y zapping.

[b]8. Los ripios de las postales de regalo[/b]. Esas frases como: «Aunque dejes de quererme/
porque crees que no te quiero/ yo te seguiré queriendo./ Porque yo también te quiero.» Señores/as jefes/as de las empresas de postales: subid el salario a vuestr@s emplead@s.
Los lugares comunes sobre el amor, del tipo «Amar es no tener que decir nunca «lo siento» » o «Te quiero más que hoy pero menos que mañana». si alguien quiere hacer una declaración de amor, que deje de buscar la inspiración fuera y se concentre en su pareja, en las pequeñas cosas que le gustan de él o ella. Aunque no sea poesía de altura, al menos la otra persona notará que es sincero.

[b]9. Se fomentan los estereotipos de siempre[/b]: el hombre actuvo y la mujer pasiva. El hombre es quien debe declararse, o preparar el mejor regalo; la mujer, lo recibe. Además, ni en anuncios, ni en revistas, etc se recuerda que existen otros tipos de amor diferentes al de la joven pareja heterosexual: el amor en la madurez, el de dos hombres, el de dos mujeres, el de parejas interraciales…

[b]10. La artificialidad, esos corazones huecos[/b]: no es amor, al fin, lo que nos están vendiendo ese día por la radio y la televisión. El amor no es eso. No es algo tan perfecto, bonito y empalagoso como la pareja de muñecos de azúcar que corona un pastel de boda.

El amor es algo vivo, tibio, palpitante… algo que susurra y gime, que respira, que camina y acaricia, y lame y gime; que se asusta por las noches, que a veces araña, muerde y tiembla. Es oscuro también; es ácido como el regusto de un secreto. El amor es poliédrico, es uno y muchos, mezquino y egoísta, transparente y lúcido, amplio, terrenal, sensual, voraz, caníbal, a veces. No le sirve un manual de instrucciones, pues cada uno es diferente. Si en San Valentín se viera algo de esto, tal vez le concedería el indulto.

Cómo escribir una carta de amor

Autor: Diana
Fecha: 14 Feb 2007
[b]Diana P. Morales
Profesora de talleres literarios de [url]www.portaldelescritor.com[/url][/b]

No, no hablo de escribir una obra maestra de la literatura; simplemente de dos simples claves:

[b]1. Que la carta refleje nuestra admiración por esa persona en concreto, por sus pequeñas cosas, sus detalles e incluso sus defectillos[/b]. No es lo mismo decir “Me encantan tus ojos” (muchas personas tienen los ojos bonitos), que “me encanta que, cuando estamos frente al televisor, te vuelvas siempre para mirarme y me guiñes un ojo”.

Tienen que ser esos momentos precisos, concretos, palpables, los verdaderos protagonistas de la carta: [i]esas anécdotas[/i] (“Me enamoré de ti aquella vez que se te olvidaron las llaves y tuvimos que quedarnos a dormir en el parque”); [i]esos instantes que compartís[/i], incluso si aún no sois pareja (“Siempre te acuerdas de mandarme un sms para avisarme de que empieza la serie Anatomía de Grey”); [i]esos gestos que te encandilan[/i] (“cuando te muerdes el labio mientras te pintas las uñas”, “cuando frunces el ceño porque no te acuerdas de dónde has dejado las llaves”); [i]los diminutos recobecos de su cuerpo[/i] en los que adoras –o adorarías- perderte (“el lunar que hay en tu cuello, justo bajo tu oreja derecha”) o las frases que te han hecho vibrar desde su boca.

[b]Todo eso es mucho más preciado que valores abstractos que podrían servir para describir a cualquier persona [/b](“tu bondad, tu valor, tu sentido de la justicia, tu cariño…). Un truco para saber si estamos siendo lo suficientemente personales es que, al terminar la redacción de la carta, [u]subrayemos todas las palabras precisas que hay en ella, es decir, objetos o elementos que puedan verse, olerse o tocarse[/u] (la silla, el coche, el perfume, el plato de espaguetis, la mano derecha… NO pueden verse ni tocarse la inteligencia, la bondad, la admiración, la pasión, la virtud, etc Son conceptos abstractos.) Si tenemos toda nuestra carta llena de subrayados, enhorabuena, estamos incluyendo muchos detalles de la persona amada. Si sólo aparecen 6 ó 7 cosas subrayadas… mmm, nos estamos yendo por las ramas, no estamos siendo personales.

[b]2. Evitar los tópicos y los “lugares comunes”[/b]

Lo que hemos descrito antes, en teoría tan fácil, nos puede sorprender por su dificultad a la hora de intentar plasmarlo por escrito, sobre todo si no solemos escribir a menudo. Para empezar a escribir, os recomiendo que os dejéis llevar, sin pensar en la redacción, y hagáis [u]una lista de cosas, momentos, anécdotas, etc que os gustan de la otra persona[/u]. Muchas, treinta, cuarenta cosas, instantes, gestos, recuerdos comunes, etc… si es posible. Cuantas más, mejor (no debe ser difícil si estamos enamorad@s ¿no?) Así, ya tenemos después material para empezar la redacción.

Como esto puede ser algo complicado si no estamos acostumbrados a poner nuestros pensamientos o sentimientos por escrito, [b]es posible que se nos escapen esas frases o expresiones tópicas que, de tan oídas, nos chirrían [/b]y a la otra persona le van a parecer poco naturales y poco personales. Me refiero a coas como “te quiero más que hoy pero menos que mañana”, “me pierdo en tus ojos”, “me muero por ti”, “es tan grande lo que siento por ti…”, “sin ti la vida no tiene sentido”, “eres tan guapo/a”, “contigo a mi lado no necesito nada más”, “siento por ti un fuego que me consume”, “te querré hasta el fin de mis días”… Grandes declaraciones de sentimientos elevadísimos que, desgraciadamente, suenan huecas, porque ¡se las han dicho tantas personas unas a otras!

No, no intentéis expresar el amor en toda su magnitud, ni una gran metáfora que explique todo ese sentimiento (“mi amor por ti es…”) Los escritores llevan siglos intentándolo y sólo unos cuantos han llegado a dar un bosquejo. No busquéis la grandilocuencia; lo que tenga que salir, saldrá solo si os dejáis llevar por la vereda de las pequeñas cosas que conforman un todo único e inexplicable.

Por último, [b]dad un repaso a la carta. Que no tenga faltas de ortografía, que no se repitan muchas veces las mismas palabras [/b](“mi amor, lo mucho que te amo… no puedo expresar lo que significa amarte” o “cuando te vi, era como ver… y ahora te veo…”). usad el diccionario para evitarlo y también para corregir cualquier posible error ortográfico.

Os dejo con [b]extractos de algunas cartas de amor históricas[/b] que -¿por qué no?- todas ellas [b]están escritas por mujeres[/b]:

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[b]Carta de Mary Godwin a Percy Bysshe Shelley [/b](Fragmento)
Diciembre 6 de 1816
Dulce elfo:
Esta mañana me levantó mi pequeño bebé, y estuve vestida con suficiente tiempo para tomar mi lección del señor West y –gracias a Dios-, terminar esa desagradable pintura sobre la que estuve tanto tiempo. He terminado el cuarto capítulo de Frankenstein, que es muy largo, y creo que podría gustarte. ¿Dónde estás? ¿qué estás haciendo? Mi amor bendito. Deseo y confío, por mi bien, que tú no salgas este horrible día… ¿Y qué piensa mi amor mientras viaja? ¿Piensa en nuestra casa, nuestro bebé, y su pobre Pecksie? Estoy segura de que lo haces, y piensas con alegría y esperanza. […]

[b]Carta de Ellen Terry a George Bernard Shaw [/b]

Querido, no he leído tu carta, pero debo decirte que me disgusta la gente que no es reservada, y vendrá a contarme de tus Janets y tus cosas y a ponerme mal, en tanto que yo sólo quiero saber si ellos piensan que tu -si nos encontráramos-, tendrías un terrible disgusto al hallar semejante cosa vieja, y tan diferente a la Ellen que has visto en el escenario. Soy muy pálida cuando estoy fuera del escenario, el rouge me favorece, y sé que tendré que usarlo si consiento en que me veas. Esto sería tan patético, porque ni siquiera el rouge haría que me admires lejos del escenario. Oh, qué maldición es ser una actriz!…
No puedo ir porque no soy linda.

[b]Carta de Emily Dickinson a Susan Gilbert [/b]

Están limpiando la casa hoy, Susie, y he hecho un rápido bosquejo de mi cuarto, donde con afecto, y contigo, yo pasaré esta, mis hora preciosa, más preciosa de todas las horas que marcan los días al vuelo, y el día tan querido, que por él cambio todo, y tan pronto como él pase, suspiraré por él otra vez
.
No puedo creer, Susie querida, que casi he permanecido sin tí un año entero; el tiempo parece a veces corto, y mi recuerdo de ti caliente como si te hubieras ido ayer, y otra vez si los años y los años recorrieran su camino silencioso, el tiempo parecería menos largo. Y ahora cómo pronto te tendré, te sostendré en mis brazos; perdonarás las lágrimas, Susie, acuden tan felices que no está en mi corazón reprenderlas y enviarlas a casa. No sé por qué es -pero hay algo en tu nombre, ahora estás tomando de mí, que llena mi corazón por completo, y mi ojo, también. No es que mencionarlo me aflija, no, Susie, pero pienso en cada «sitio soleado» donde nos hemos sentado juntos, y no sea que no haya no más; conjeturo que ese recuerdo me hace llorar.

Mattie estuvo aquí la tarde pasada, y nos sentamos en la piedra de la puerta delantera, y hablamos de vida y de amor, y susurramos nuestras suposiciones infantiles sobre tales cosas dichosas – la tarde se fue tan pronto, y caminé a casa con Mattie debajo de la luna silenciosa, y sólo faltabas tú, y el cielo. Tú no viniste, querida, pero un poquito de cielo sí , o eso nos pareció a, pues caminamos de un lado a otro y nos preguntábamos si ese gran bendición que puede ser nuestra alguna vez, se concederá ahora, a alguno. ¡Esas uniones, mi Susie querida, por las cuales dos vidas son una, esta adopción dulce y extraña en donde podemos mirar, y todavía no se admite, cómo puede llenar el corazón, y hacerlos en pandilla latir violentamente, cómo nos tomará un día, y nos hará suyos, y no existiremos lejos de él, sino que quedaremos quietas y seremos felices!

[b]Carta de Frida Khalo a Diego Rivera[/b]

Diego:

Nada comparable a tus manos ni nada igual al oro-verde de tus ojos.
Mi cuerpo se llena de ti por días y días.
Eres el espejo de la noche. La luz violeta del relámpago. La humedad de la tierra.
El hueco de tus axilas es mi refugio.
Toda mi alegría es sentir brotar la vida de tu fuente-flor que la mía guarda para llenar todos los caminos de mis nervios que son los tuyos

Mi Diego:
Espejo de la noche.
Tus ojos espadas verdes dentro de mi carne, ondas entre nuestras manos.
Todo tú en el espacio lleno de sonidos – En la sombra y en la luz. Tú te llamarás Auxocromo el que capta el color. Yo Cromoforo – La que da el color.
Tú eres todas las combinaciones de números. La vida.
Mi deseo es entender la línea la forma el movimiento. Tú llenas y yo recibo. Tu palabra recorre todo el espacio y llega a mis células que son mis astros y va a las tuyas que son mi luz.

[b]Carta de Vita Sackville-West a Virginia Wolf [/b]

Estoy reducida a un objeto que quiere a Virginia. Te escribí una carta hermosa en las horas de insomnia de pesadilla de la noche, y todo se ha ido: te extraño, en una manera humana, desesperada y bastante sencilla. Tú, con todas tus cartas sin boberías, nunca escribirías una frase tan elemental como esa; quizás ni siquiera lo sientes. Y aún más, creo que sientes un pequeño hueco. Pero lo vestirías en tan exquisita forma la frase que perdería un poco de su realidad. Mientras que conmigo es bastante absoluto: yo te extraño aún más de lo que podría haber creído; y estaba preparada para extrañarte mucho. Así que esta carta es apenas una protesta de dolor realmente. Es increíble cuán esencial a mí has llegado a ser. Supongo que estás acostumbrada a personas que dicen estas cosas. Maldita seas, criatura consentida; yo no haré que me ames nada más alejándome como ahora -Pero ah mi querida, yo no puedo ser astuta y reservado contigo: te quiero demasiado para eso. Demasiado sinceramente. No tienes la menor idea cuán reservada yo puedo ser con personas que yo no adoro. Lo he convertido en una de las bellas artes. Pero has roto mis defensas. Y yo no lo resiento realmente.
Sin embargo no te aburriré con más.
Hemos arrancado de nuevo, y el tren se sacude otra vez. Tendré que escribir en las estaciones – que afortunadamente son muchas a través de la llanura de Lombard.
Venecia.
Las estaciones eran muchas, pero yo no negocié el Oriente Express para parar en ellas. Y aquí estamos en Venecia durante diez minutos sólo, — un tiempo despreciable para tratar de escribir. Sin tiempo de comprar un sello italiano aún, así que esto tendrá que salir desde Trieste.
Las cataratas en Suiza se congelaron en sólidas cortinas iridiscentes de hielo, colgando sobre la piedra; tan encantador. E Italia todo cubierta de la nieve.
Arrancamos otra vez. Tendré que esperar hasta Trieste mañana por la mañana. Perdóname por favor por escribir una carta tan miserable.
V.

[b]Carta de amor, por Berna Wang
(ganadora del 1er concurso Antonio Villalba de Cartas de amor)[/b]

Son las cinco y diez de la madrugada, está a punto de pasar el primer autobús; entra una brisa fresca por la ventana del estudio que me araña los hombros. Y suena Gershwin, bajito y dulce: I want to stay here.
Se está acabando el paquete de cigarrillos que abrí mientras hablaba contigo por teléfono esta noche.
He visto en la televisión dos películas estupendas seguidas (La mujer del teniente francés y Manhattan), me he tomado dos vasos largos de Havanna Club con mucho hielo. La vela de jazmín que he encendido hace unas horas se ha consumido hace un rato.
De alguna manera (es absurdo, ya lo sé), estoy de guardia. Sosteniendo este extremo del universo para que no caiga sobre ti.
Un extremo donde suena la música (muy bajito), la madrugada de verano es hermosa y fresca, y la luz, suave. Donde el alcohol no hace daño y las sonrisas son dulces.
Ya sé que es absurdo, pero pienso que mientras esté aquí, despierta, no se desbaratará el cielo y la tierra seguirá girando bajo las estrellas con una cadencia perfecta.
Pienso que, mientras tú duermes, alguien debe vigilar para que las pesadillas no te toquen. Alguien debe tener la luz encendida y quererte. Aunque sea armada tan sólo del tercer vaso de ron con hielo y el enésimo cigarrillo. Cabalgando sobre la música de Wonderful. Aunque sea sin escudo… Vestida únicamente con una camiseta de seda azul. Y una sonrisa. A través de la larga noche.
Es absurdo, lo sé de sobra. Un clarinete no puede hacer nada frente a una tormenta de negrura y culpa, mi sonrisa no es nada si en este momento te giras en la cama y murmuras tu pesar entre sueños; Gershwin murió hace tiempo y además, con la música puesta, no oiré siquiera el autobús. Y si no oigo el autobús, puede que no amanezca nunca.
Y aun así, aquí estoy, sujetando mi extremo del universo, como si éste fuera, en lugar del caos, un arco geométricamente perfecto que pudieran sostener a pulso mis brazos desnudos. Al mismo tiempo que un cigarrillo y un vaso de ron. Absurdo, realmente.
They can’t take that away from me.
Un arco iris en medio de la lluvia, o unos labios curvados en una sonrisa. El arco de un violín. Un puente y, debajo, un río; o la luna en cuarto creciente y tú dormido en ella.
No veo la luna desde aquí y el eclipse parcial de Torre Picasso tras el edificio Windsor está ya (o aún) a oscuras. Ahora suena The man I love y es tan dulce el clarinete… Y el piano suena tan ligero como siento yo el corazón mientras estoy aquí, imaginándote a salvo.
Qué absurdo. ¿Cómo ponerte a salvo con un violín que preludia en la madrugada Someone to watch over me?
Tan absurdo como sacarte a bailar. Bueno: estás dormido. No puedes negarte. Te pregunto sin hablar: «¿Bailas?». Y tú sonríes, y te tomo de la mano, apoyo la otra en tu hombro y giramos, cerca, muy cerca, mientras el clarinete se eleva y amanece sobre Madrid. Y el autobús pasa por fin, trayendo el día, frena con estrépito en la esquina, mete la primera y prosigue su ruta calle abajo. Tu barba me roza la frente cuando la música se amansa y el piano retoma la melodía, acompañado de los violines. Y bailamos, despacio, sin prisas. Tú, soñando, y yo, despierta.
Escucha… No pienses: sólo escucha.
Dentro de un rato despertarás y no recordarás nada. Se apagarán las luces del edificio Windsor bajo el empuje de la luz del sol (el amanecer es ya una certeza, una franja ancha donde antes había una línea de claridad). Y entonces yo me iré a dormir. Comenzará un nuevo día lleno de ruidos, el mundo volverá a ser un caos sostenido sobre pilares lógicos y razonables en lugar de un arco sujetado, en este extremo, por mi sonrisa.
Huele bien la mañana recién hecha. Y la brisa es dulce sobre mis hombros. Es hermoso ver cómo es el mundo instantes antes de que sea real, con un trozo de hielo que se derrite con sabor a ron en la boca, mientras oigo que el reloj del vecino da las seis.
Pasa el segundo autobús, y se acaba el disco: otra versión de Someone to watch over me. Un portero guarda los cubos de basura haciéndolos rodar con desgana. La calle se despereza. Pasa un coche. Alguien sube una persiana. Ahora suena una moto. Y yo apuro el baile hasta que suene tu despertador y te despiertes y te olvides de que bailamos esta canción, este amanecer imposible de tan suave.
Estoy llorando, mi amor, y es de ternura. Y, seguramente, de ron. Pero son lágrimas dulces y porque me gusta cómo bailas y siento una mano en mi cintura y la otra sosteniendo la mía mientras giramos al mismo tiempo que la tierra. Al encuentro del día.
Pronto se acabará mi turno de guardia y el día entero se pondrá en pie. Se ha disparado una alarma en la calle y su sonido se superpone a las últimas notas de la canción. Voy a lavarme los dientes y a quitarme las lentillas y la camiseta.
Y a ponerme el alma porque ya llega el día.
Nos cruzamos debajo del arco, tú camino del trabajo y yo de la cama. Buenos días, mi amor.

INFORME Nº 3XY143Z SOBRE LA VIDA EN LA TIERRA

Autor: munsa
Fecha: 14 Feb 2007
La observación recoge los siguientes datos: en honor de un tal San Valentín, los enamorados de todo el mundo organizan cenas de las llamadas románticas, llenan sus mesas de velas y flores y, muy cariñosos (actitud muy repetida en ellos) se dicen palabras dulces y se besan de una manera muy especial.
Además se intercambian regalos en los que destacan corazones rojos de todos los tamaños y lazos de todos los colores.

Los interrogantes a desvelar lo antes posible son:
· ¿Por qué un santo, que se supone no ha de interesarle tener novia o mujer, es el protagonista del día?
· ¿Por qué un día concreto? Si dos personas dicen que se quieren: ¿por qué no se lo demuestran siempre?
· ¿Por qué esta noche cenan rodeados de velas? ¿No es peligroso el fuego? Y las flores ¿por qué las cortan?
· ¿Por qué se intercambian regalos? Hemos detectado que se trata de objetos sin valor. La mayoría de los cuales no sirven para nada.
· ¿Qué tiene que ver con todo esto los corazones rojos? Primero: un corazón humano no es como lo dibujan. Segundo: desconocemos su relación con ese sentimiento llamado amor.
· En cuanto a lo de las palabras no entendemos que este día cambien su registro y pasen a ser “dulces”. Ni comprendemos que hagan una cosa tan extraña como besarse de esa manera en un día como éste.
· Por último: ¿No tienen derecho también a celebrar algo las personas que quieren a alguien pero que no son correspondidas o las que voluntariamente ya no quieren a nadie? Deberían celebrar también su día de alguna manera.

La conclusión de nuestro informe es que alguno de esos extraños y enormes centros comerciales debe haber ideado esta festividad y todos los seres humanos han caído bajos sus garras perdiendo su libertad.
Al menos, algo así sólo les sucede una vez al año.

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