Críticas de cine: «Camarera» y «El atardecer»

 

Dos películas con protagonistas femeninas en las que la maternidad juega un papel bastante importante. Es curioso cómo, pese a las similitudes, difieren muchísimo. Por lo general, debo comentar que me fastidian mucho las películas en las que la maternidad aparece como la finalidad que toda mujer debe peseguir en su vida; lo mismo que las películas que muestran a la mujer con un único objetivo: conseguir un hombre.

No digo que ambas cosas no sean importantes para nosotras, incluso esenciales. Pero ¿es lo único a lo que estamos destinadas?

Según la película El atardecer es así.

No me entendáis mal, la película está bastante bien. Un poco azucarada, pero bien dirigida, bien interpretada, con dos parejas de actrices madre-hija en la realidad: Vanessa Redgrave y Natasha Richardson, por una parte, y Meryl Streep y su hija, la también actriz Mamie Gummer, por la otra. Trata sobre una mujer, Anne, que, en los últimos momentos de su vida, recuerda a su primer (y gran) amor, Harris. Que también lo es de dos personajes más: su amiga Lila y el hermano de ésta, Buddy.

Así, la película trancurre en dos épocas diferentes, el pasado, con el conflictivo triángulo amoroso (o cuadrado, más bien), y el presente, con los problemas de las hijas de Anne. Aparte de porqué no se acaba de entender porqué esos tres personajes están tan enamorados del soso de Harris, la película sigue la carrera de cantante de Anne, abandonada por esta cuando tuvo a sus hijas. Y ahí empezamos.

También una de sus hijas actuales está pensando si casarse con el hombre equivocado, porque está embarazada y la concusión final es: no importa abandonar tus sueños y esperanzas en la vida. Basta con tener hijos.

Por otro lado, tenemos otra película en cartelera, La camarera, protagonizada por Keri Russel (más conocida como la televisiva «Felicity»). Ella es «la camarera» del título, que acaba de descubrir que está embarazada, pero su marido es celoso patológico y firme candidato a maltratador. Sin embargo, ella no se decide a abandonarle, y no desea ese hijo.

La película tiene unos secundarios maravillosos, en especial sus compañeras camareras. Una de ellas interpretada por la propia Adrienne Shelly, la directora del filme, lamentablemente muerta hace un año. Viendo las dos películas en comparación, no hay color. La camarera está tratada con un mimo y un cariño que se hace irresistible; el guión tiene giros absolutamente inesperados, diálogos inspirados, personajes inolvidables. Si El atardecer aprueba, La camarera lo hace con nota.

Y más aún, el mensaje final. Por supuesto, la maternidad va a cambiar a la protagonista, pero no para olvidar quien es y hacer girar su vida sólo en torno a elllo, sino, al contrario, para encontrarse a sí misma y ser dueña de su destino.

Aún así, la pregunta sigue ahí: ¿estamos tan marcadas por los roles a los que nos relegó la sociedad en el pasado -esposa y madre- que no podemos sentirnos completas sin ellos?

Las películas ¿reflejan como somos en la actualidad o potencian roles antiguos?

No digo más, os cedo la palabra.

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