La otra cara de San Valentín

 

“Te quiero”, “Te amo”, ¡Que dos palabras tan hermosas!, sobre todo si son correspondidas. Esa correspondencia se celebra cada 14 de Febrero, día de San Valentín.

El día de San Valentín es el día del amor y la amistad; pero parece que a la segunda, base del primero y un sentimiento de los más nobles, se le deja de lado, cobrando el papel principal el amor; pero no un amor cualquiera, sino el de pareja y con pareja, así que los enamorados que no la tengan que se fastidien porque nada tienen que celebrar, que se limiten a mirar, aunque, claro, no tendrán muchas ganas de celebrar ese amor no correspondido solos. Pero…  ¿por qué no?. Pueden reunirse unas cuantas solitarias y reirse del mundo y del día de los enamorados: que no me quiere, pues él se lo pierde; con lo fantástica que soy, peor para él, y además no tengo que gastar dinero en un regalo más cursi que un guante lleno de corazones y frases ridículas, que inventan las casas comerciales. «Te quiero…» le falta algo a esta frase: para mí. Y es que así es: «Te quiero, te amo para mí». Como ese «para mí» no está garantizado, pues casi la celebración compartida del día 14 de Febrero no es tal, sino una celebración de cada uno porque en ese momento está encantado de que sea suyo el otro. Y si pensamos más, ambos celebran juntos esa posesión recíproca y admitida con alegría.

¿No sería más pura la celebración del amor por el amor, por estar enamorada sin más?. Pero claro, quien está enamorada y no tiene a quien decirle ese «te quiero (para mí)» y escucharlo de los labios del amado, lo celebraría más bien con lágrimas, mientras miraría con envidia sana (o no tan sana) a las parejas que juntas se declaran un amor a través del dinero.

Pues nada, que el día de San Valentín está lleno de contradicciones, de posesión y sufrimiento. ¿Celebramos eso, es digno de celebrar?

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