Muchas personas y culturas, consideran la integridad del himen como el testigo de la virginidad femenina, sin embargo este puede variar y no determinar ciertamente si hubo o no penetración del sexo masculino.
Hay hímenes muy flexibles que pueden no desgarrarse, incluso hay mujeres embarazadas que su himen no ha sido desgarrado y por el contrario otros que pueden haberlo hecho simplemente con el contacto de los dedos, algún accesorio o traumatismo físico (montar a caballo, andar en bicicleta, realizar movimientos bruscos…).
Por lo tanto la virginidad de una mujer debe determinarse por la relación o no con el sexo masculino y existiendo por supuesto la penetración.
Esta membrana es muy delgada y sirve de protección de la vagina en la niñez y adolescencia. En la pubertad se encuentra semiperforada para dejar paso a la menstruación. Con el tiempo va haciéndose más fina para poder romperse con más facilidad.
Se hace creer que su rotura produce un dolor desgarrador, pero no es cierto, el dolor lo producen la tensión de los músculos vaginales que pueden ser productos de los nervios y la inquietud.
Un dato curioso es que entre los animales, se asemejan en ello las hienas y los topos.
En la antigüedad, las mujeres virgo eran fundamentales para el matrimonio, era como una prueba a superar antes del matrimonio, incluso actualmente estas tradiciones todavía duran en algunas culturas como la musulmana o la gitana, pero en la sociedad occidental, esta situación ha cambiado sus creencias y ya no se considera ni valor de garantía ni de pureza.
Fuente: sexo conseil