He visto, en una tienda en el centro, Balazote, unas cazadoras de cuero cortitas, de esas que van a la cintura y me he sonreído al recordar que las modas son de ida y vuelta.
Me ha hecho gracia porque las muchachas, o no tan muchachas, que se decidan a comprar esta prenda es probable que desconozcan que es una moda de los años ’50 en america.
Como bien lo demuestra la película Grease, donde John Travolta y Olivia Newton John viven una historia de amor adolescente dentro de un musical.
Me imagino que a tal vez sepan que fue una moda de los años ’80, la década de la movida madrileña, en el que la llamadas roquers, podías ir vestidas al más tradicional estilo roquero con sus anchas faldas o con las cazadoras cortas de cuero.
Si nos vamos aún más lejos podemos ver en el museo del traje, que este tamaño de prenda fue el más tradicional desde los tiempos de la Edad Media.
No era cuero, pero si que eran prendas que llegaban hasta la cintura y debajo llevaban largas y anchas faldas.
Como me dijo en una ocasión una mujer, cuando se pase de moda una prenda no la tires, consérvala que se volverá a llevar.
Y que razón tenía, las modas son de ida y vuelta, aunque algo modificadas. Siempre se le añade algo, por ejemplo los pantalones de campana llegaron a tener un ancho mayor y que empezaba más arriba de la rodilla.
Y aunque esta mujer tenía más razón que un santo, el problema es que cuando tu te ponías esas prendas tenías la edad adecuada para llevarlos y la talla correspondiente, y ahora que pasados 50 o 30 años ni tienes la edad ni te puedes meter en ellas.
Ahora, si los hubieras guardado bien podrían ponérselo tus hijas o tus nietas y no se podrían creer lo moderna que alguna vez fue su madre o tu abuela.
Porque los hijos y los nietos, nos ven tal y como somos ahora y no nos pueden imaginar jóvenes, rebeldes y a la moda.