Desde que empecé la universidad hace ya cuatro años prácticamente no vivo con mis padres y si hay una cosa que echo mucho en falta, aparte de las comidas de mi madre, es sin duda a mi mascota. En mi caso una perrita que lleva siete años con nosotros, Sandy.
No sé si es porque extraño escucharla cuando hago ruido con las llaves o que cada vez que llego a casa encontrarme con un bichito de cuatro patitas que siempre está dispuesta a sacarme una sonrisa.
Y es que tener un animal aporta beneficios de todo tipo a nuestro cuerpo y ánimo y no lo digo yo, lo dicen diversos estudios, concretamente la zooterapia, una disciplina que se encarga de estudiar los beneficios de la convivencia entre humanos y mascotas.
Pero a mí no me hace falta ningún estudio que me lo diga, yo estoy completamente segura que una mascota se acaba convirtiendo en parte de la familia. Por ejemplo, hace unos años me dio por comprarme un pez, ya que vivo en un piso y no me parecía bien traer un perro a un piso a que estuviera encerrado todo el día. Bueno, a lo que iba, que me compré un pez, y meses después se murió y así me fue pasando, que según le iba prestando más atención a Rihanna, Miley, Elvis y Michael, antes se morían. Cuando finalmente me cansé y decidí no tener animales, mi compañera de piso sintió la necesidad de tener uno. Cuando tras un año y medio de cuidado Gordo se murió mi compañera se puso a llorar y la verdad que ese día no fue uno de los mejores que hemos tenido. Al igual que el día que Sandy tuvo cachorritos y tiempo después los regalamos, mi hermana y yo sentíamos que se iba un miembro de la familia.
Lo que quiero decir con todo esto es que si una mascota consigue alegrarme a mí que soy una persona corriente, imagínate la de cosas que pueden hacer con niños autistas, enfermos, gente con tendencia a la depresión, etc.
Las mascotas enseñan a los niños desde muy pequeños a tener responsabilidades y a reducir la ansiedad, y nos enseña a tener una rutina.
El animal estrella entre las mascotas suele ser el perro, como es mi caso, pero no es el único, una de mis mejores amigas tiene dos hurones y son los niños pequeños de la casa. La verdad es que da igual que mascota tengas, estoy completamente segura que una vez que tienes una mascota descubres una fuente ilimitada de cariño además de ser unos excelentes relaciones públicas, ya que te ayudan a socializar, además de ser incluso una ayuda para la salud, pues hay perros entrenados para alertar a sus dueños con diabetes de posibles bajadas de azúcar.
Incluso los perros pueden ayudar en caso de violencia de género a la hora de ayudar a las víctimas a superar tal trauma. Los conejos son aconsejables para los niños con autismo ya que son muy suavecitos y a cualquiera nos gusta acariciar cosas así. Los caballos se están probando para tratar con adolescentes problemáticos o con traumas emocionales, incluso con personas con síndrome de Down o trastornos de hiperactividad.
Si todo esto puede aportarte un animal al que solo tienes que dar de comer, mantener limpio, sacar a que le dé el aire de vez en cuando y dar mucho cariño creo que en el trato sales ganando, ¿no?
Fuente: Smoda