LISBOA TAMBIÉN EXISTE

 Autor: munsa

Lisboa es una de las capitales europeas más olvidadas injustamente de los circuitos vacacionales. Sin embargo guarda en su interior no pocos rincones que no tienen nada que desmerecer a otros destinos.

Para mí el punto de la partida para visitar la ciudad es el río Tajo que alcanza allí una amplitud considerable y que anticipa la presencia del océano a unos pocos kilómetros. Podríamos comenzar con la fantástica Plaza del Comercio. Puede parecerse a cualquier plaza Mayor de nuestras ciudades pero en este caso destaca por sus tres únicos lados al tener en el cuarto el río. El efecto es peculiar al fundirse un lugar urbano de una forma tan natural con el agua.Mirando de espaldas al río veréis un hermoso y elegante Arco de Triunfo que también rompe esquemas al estar fundido con los porches que rodean a la plaza.A través de él llegamos a la Rua Augusta, una de las arterias principales del centro de Lisboa en el Barrio Bajo.  A partir de ahora la sensación es la de ir atrás en el tiempo, retrocediendo varias décadas mientras paseamos por unas calles que conservan algo de decadencia de una manera muy elegante. Contradictorio, ¿verdad?A la izquierda encontraremos el barrio del Chiado y a continuación el Barrio Alto.  No dejéis de acceder a través de alguno de los típicos tranvías de madera que aun quedan en la ciudad. En ellos la sensación de salto en el tiempo es segura. Otra manera de llegar es por medio del Elevador de Santa Justa, un curioso ascensor de hierro de la época de la Torre Eiffel.

El Chiado es el barrio del fado por excelencia. No marchéis sin ir a algún local donde los canten. A mí me gusta escucharlos con los ojos cerrados y con poca luz. Sólo llego a entender algo de sus letras pero la mayoría, aun siendo tristes y melancólicas, te dan una total sensación de paz.  Paseando por sus calles no os sorprendáis si encontráis a Fernando Pessoa sentado en una mesa. Es su estatua de bronce en el Café A. Brasileira, lugar al que acudía a menudo.

Volvamos por un momento al punto de partida, la Rua Augusta. Ahora si vamos hacia la derecha llegaremos al Barrio de Alfama donde encontraremos su maciza Catedral: la . En la parte más alta del barrio, adonde podemos llegar por medio de, ¿lo adivináis? otros de sus peculiares tranvías, llegaremos al Castillo de San Jorge. Desde allí las vistas son preciosas: el río Tajo, al frente el barrio del Chiado y el Barrio Alto y abajo el Barrio Bajo.

Si tenéis algo más de tiempo desplazaros a la Torre de Belén a la que podríamos encontrar cierto parecido con la Torre del Oro de Sevilla. En esa misma zona está el impresionante, por sus dimensiones, Monasterio de los Jerónimos.

Cambiando de registro por un momento, mientras paseéis no dejéis de fijaros en los dos puentes que cruzan el río. A vuestra derecha el puente 25 de abril. Os recuerda algo, seguro: el famoso puente de San Francisco que tantas veces hemos visto en televisión.  Y a vuestra izquierda el estilizado y moderno puente Vasco de Gama que es el más largo de Europa y que parte, desde la orilla en que nos encontramos, del Parque de las Naciones que es dónde tuvo lugar la Expo del 1998.

Para acabar nuestra visita no puedo dejar de recomendaros comer alguno de los sabrosos platos de bacalao que guisan fabulosamente en sus restaurantes. Dicen que tienen en Portugal tantas recetas para cocinarlo como días tiene el año. Y tomar un poquito de Oporto, por qué no.

En definitiva, no olvidéis incluir esta interesante ciudad cuando penséis en vuestras próximas vacaciones.

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