Por qué me gusta ser lesbiana

 

A veces los heterosexuales discuten sobre el por qué del día del orgullo gay. Y en mi opinión hay muchas razones para estar orgullos@.

Hoy no es el día del orgullo gay. Pero hoy me apetece escribir sobre esto porque para mí cualquier día es bueno para sentir orgullo de las cosas que me importan. En España parece que poco a poco estamos alcanzando cierta madurez a la hora de valorar y respetar a las personas homosexuales. No hace mucho se les trataba de enfermos. O degenerados, o desviados… Un sinfín de burradas que no hacían más que maltratar psicológicamente a gente normal, con sentimientos y metas en la vida.

Pensando en un Lorca, un Miguel Ángel, una Greta Garbo o una Martina Navratilova pienso en por qué las personas homosexuales no deben estar orgullosas de su condición o simplemente, no reciben la misma indiferencia con la que se miraría a una persona que proclamase abiertamente ser «Heterosexual».

¿Por qué hay un día del orgullo gay?

Mi opinión es clara: Hasta que TODAS LAS PERSONAS del mundo vean con iguales ojos a unos y a otros tiene que haber un orgullo especial para repudiar ese horrible desprecio.
Decir abiertamente «Soy lesbiana» es un paso que muchas mujeres no se atreven a dar por miedo al qué dirán, al desprecio, a las caras raras… y miestras esto exista, tiene que haber mujeres que griten bien alto y claro «Me gustan las mujeres, me gusta se lesbiana y me gusta ser mujer»
Para no pedir, sino, exigir respeto en un mundo hasta ahora necio y cerrado.

Safo, la primera poetisa griega conocida y también la primera lesbiana conocida, rendía culto a la Diosa Afrodita:

¡Tú que te sientas en trono resplandeciente,
inmortal Afrodita!
¡Hija de Zeus, sabia en las artes de amor, te suplico,
augusta diosa, no consientas que, en el dolor,
perezca mi alma!
Desciende a mis plegarias, como viniste otra vez,
dejando el palacio paterno, en tu carro de áureos atalajes.
Tus lindos gorriones te bajaron desde el cielo,
a través de los aires agitados por el precipitado batir de sus alas.
Una vez junto a mí, ¡oh diosa!, sonrientes tus labios inmortales,
preguntaste por qué te llamaba, qué pena tenía,
qué nuevo deseo agitaba mi pecho,
y a quién pretendía sujetar con los lazos de mi amor.
Safo, me dijiste, ¿quién se atreve a injuriarte?
Si te rehuye, pronto te ha de buscar;
si rehúsa tus obsequios, pronto te los ofrecerá él mismo.
Si ahora no te ama, te amará hasta cuando no lo desees.
¡Ven a mí ahora también, líbrame de mis crueles tormentos!
¡Cumple los deseos de mi corazón, no me rehuses tu
ayuda todopoderosa!

Lamento:
Dulce madre mía, no puedo trabajar,
el huso se me cae de entre los dedos
Afrodita ha llenado mi corazón
de amor a un bello adolescente
y yo sucumbo a ese amor
.

¿Por qué estás orgullosa de ser lesbiana?

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