Para acabar bien el fin de semana y dormir tranquilamente el domingo de cara al trabajo del lunes no hay nada mejor que ver “Cuarto Milenio”.
A algunos seguramente les sirva para relajarse, para reír y dormir como angelitos después; pero a otros me consta que les produce desazón y miedo, aunque no por ello dejan de verlo; al contrario, se sientan delante de la televisión a mirar asustados las imágenes que ofrece el programa, a escuchar los sonidos extraños y las explicaciones pseudocientíficas que brindan unos supuestos expertos en fenómenos paranormales. Y es que el tema de este tipo de fenómenos es atractivo para muchas personas desde siempre y también, desde siempre, son discutidos, encontrándonos con defensores de su veracidad y detractores de la misma. Ello pone de manifiesto que de científico tiene poco, o más bien nada, por mucho que el presentador Iker Jiménez intente hacernos creer lo contrario con el material y las personas que lleva al programa.
Fantasmas, psicofonías, maldiciones, espíritus… todo un mundo desconocido sin explicación aparente aparece en Cuarto Milenio, que antes se emitía en la radio como «Milenio 3», al parecer con bastante audiencia.
Me parece que lo que en el programa se muestra y se dice lo creerá quien quiera creerlo y aquéllos a quienes convenzan unos cuantos, que hacen afirmaciones tajantes amparándose en una ciencia que no es tal y que abusan de la ignorancia al respecto de los espectadores, así como de su credibilidad.
No debemos desconocer que varios de los reportajes fueron muy cuestionados e incluso se dijo que había manipulación de imágenes; pero, claro, Iker Jiménez nos dice ustedes saquen sus conclusiones, o algo por el estilo. Con las supersticiones pasa lo mismo, ¿o no?.
Aceptemos esa invitación y saquemos nuestras conclusiones. La mía no ha cambiado: para ganar audiencia se hace lo que sea.