El detector de mentiras puede mentir

 

El polígrafo está siendo usado en varios programas de televisión para sacar a relucir los “trapos sucios” de personas más o menos conocidas .

Me parece alucinante, vergonzoso y hasta me atrevería a decir que inmoral lo que la telebasura llega a ofrecer para ganar audiencia. Primero veamos en qué consiste esa «máquina de la verdad»: Es un instrumento que mide algunos cambios fisiológicos de la persona sometida a un interrogatorio, como son el ritmo cardíaco, la sudoración y la respiración. Estos cambios se producen cuando hay ansiedad; pero que haya ansiedad no significa que el interrogado mienta, pues las causas de la misma pueden ser muy variadas y no es de extrañar que aparezca el nerviosismo en una situación en la que está sometido a una cantidad de preguntas con las miradas y oídos atentos a todo lo que hace y dice.

Los psicópatas, por ejemplo, creen lo que están diciendo y, por ello, no se alteran sus constantes físicas, o no faltará quien encuentre divertido engañar y burlarse de todos, sin que esto le produzca ansiedad alguna.

Parece ser que antes de que una persona se siente ante el polígrafo para responder al cuestionario que interesa, se realizan tres pruebas por el poligrafista para obtener unos parámetros con sus reacciones en las respuestas. Por lo tanto, también depende de la habilidad o profesionalidad del que interpreta el resultado de la máquina o plantea esas preguntas iniciales.

Además, pienso que la situación y disposición de la persona interrogada puede ser diferente en distintos momentos.

El hecho es que esta prueba no está admitida en los Tribunales de Justicia y por algo será, lo cual no ocurre con otros métodos, de los que se ha comprobado científicamente su fiabilidad absoluta, como la prueba lofoscópica (de huellas dactilares), de parafina (para averiguar si hay restos de material explosivo) o la del ADN.

Pues algunas cadenas de televisión de nuestro país, cada día prácticamente, nos muestran a unas personas, muchas de ellas totalmente desconocidas, al menos para mí, sin más mérito o interés que, según ellos mismos dicen, haber mantenido determinadas relaciones con otras que, a su vez, son famosas por pertenecer, en su mayoría, al mundo del espectáculo o haberse «ganado» esa fama de la noche a la mañana por ser o haber sido amigo/a, novio/a, amante, o a saber qué, de aquéllos.

Las preguntas son interesantísimas: ¿has mantenido relaciones sexuales mil ochocientas veces con fulanito?, ¿te dijo menganita que cetanito le dio una paliza?, ¿las fotos que te hiciste con merenganita eran un montaje…?

Y unos cuantos que, al parecer, tienen el título de periodistas colgado en la pared lanzan exclamaciones de sorpresa, satisfacción o enfado, comentando las respuestas y embarcándose en acaloradas discusiones.

Pero..¿esto qué es?. Yo creo que una desvergüenza total.

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