¿Eres capaz de guardar un secreto? ( I )

 

Un proverbio árabe dice: un secreto es tu esclavo si lo conservas, tu amo si lo pierdes.

Hay secretos agradables, secretos profundos, secretos íntimos, secretos sociales; pero hay también secretos terribles, vergonzosos, tremendos, espantosos, repugnantes.

Percibimos deseos secretos, placeres secretos, temores secretos, obsesiones secretas.

Pero lo que estos secretos oscuros y patológicos tienen en común con aquellos que son agradables o más benignos, es que los secretos del pasado pueden tener sus efectos en el presente. Las buenas obras y las malas de una generación viven frecuentemente en generaciones sucesivas. Es más, una actitud con tendencia al secretismo o a la interioridad por parte de los padres no es raro que pase a sus hijos como un rasgo de carácter. La pregunta clásica, ¿somos capaces de guardar un secreto?, tiene muchas posibilidades: nos hace conscientes del hecho evidente de que muchas personas lo pasan muy mal guardando secretos; nos invita a convertirnos en confidentes, en amigos de confianza. Compartir con alguien un secreto puede implicar muchas consecuencias sutiles para la relación que tenemos con esa persona.

Pero, qué pasaría si a la pregunta contestamos: no, lo siento, lo paso fatal si tengo que guardar secretos. ¿Qué significa, estamos admitiendo que no hemos crecido lo suficiente para ser capaces de guardar un secreto?. Quizás creemos que podemos vernos moralmente comprometidos. ¿Es bueno para nosotros conocer los secretos de otras personas? ¿Qué supone para nuestra vida interior o nuestra conciencia?

El sociólogo alemán Georg Simmel considera que ciertamente el guardar secretos, «con un significado positivo o negativo», es uno de los logros más importantes de los seres humanos. El secreto produce un ensanchamiento de la propia vida, ofrece la realidad de una experiencia de la vida humana mucho más compleja. Una vez que las personas son capaces de guardar secretos, comienzan a vivir en dos mundos. Y este segundo mundo influye profundamente sobre la realidad primaria, dicha influencia tiene un peso moral en las relaciones íntimas y de amistad.

Sisela Bok recalca la naturaleza intencional del ocultamiento del secreto y el significado moral en la vida política y social: «No poder tener secretos significa perder el control acerca de cómo los demás nos miran».

Se guardan secretos por determinados motivos. Los modernos medios de comunicación y los valores democráticos han creado un espacio público cada vez más abierto y revelador. Algunos de los poderes: empresariales, médicos, financieros, militares y religiosos siguen la pista de todo lo que hacemos y dejamos de hacer en nuestra vida personal y pública. La posibilidad de que algún otro tenga acceso a nuestros secretos nos coloca en situación de inferioridad en nuestras relaciones personales.

Además de crear realidades ocultas, además de las dimensiones morales; el secreto juega un papel en la función educativa o pedagógica del crecimiento personal de los niños y adultos. Cuando el niño aprende que los pensamientos y las ideas se pueden guardar dentro y no son accesibles a los demás, entonces se da cuenta de que hay un cierto tipo de demarcación entre su mundo: lo que es «interior» y lo que es «externo». En la literatura de la psicoterapia es lo que se llama «formación de los límites del yo».

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