La medicina estética es uno de los pocos sectores que ha conseguido recuperar una actividad similar a la era preCovid-19. Durante el confinamiento los centros y clínicas permanecieron cerrados en su gran mayoría, pero desde la vuelta a la normalidad, en esta nuevo escenario alejado del estado de alarma, se está observando un ligero repunte en los tratamientos estéticos, al menos así fue durante las primeras semanas.
El confinamiento ha supuesto más de dos meses de paralización de esta actividad. A muchos usuarios les ha pasado factura pasar tanto tiempo en casa y su aspecto físico ha ido notando poco a poco los síntomas del encierro: mayor flacidez en la cara, envejecimiento prematuro, ojeras, arrugas más marcadas… Todo esto se multiplica por la imposibilidad de hacer vida normal, con rutinas cambiadas, sin poder hacer ejercicio de manera habitual y con una dieta también en la que ha habido un menor control.
Los tratamientos estéticos más demandados
Tras este periodo atípico que nos ha obligado a quedarnos en casa, los tratamientos más demandados son los que hacen referencia al tercio superior del rostro, que es la parte más visible cuando usamos la mascarilla. Hemos consultado con los expertos de Clínica Ibiza en Madrid y aluden a la inyección de bótox para actuar sobre las arrugas de la frente, el entrecejo y las patas de gallo o la inyección con ácido hialurónico para rellenar arrugas y dar volumen.
En ambos casos se trata de la aplicación de vitaminas directamente sobre la piel para dar hidratación y luminosidad. Otra práctica muy demandada es la rinomodelación sin cirugía, también a base de ácido hialurónico, para mejorar el aspecto nasal. Este tratamiento es más sorprendente, puesto que el uso de la mascarilla es obligatorio ya en todo el país, sin importar si estamos en un espacio abierto o cerrado.
La inyección de bótox
El bótox es como se conoce comúnmente a la toxina botulínica. Este tratamiento es uno de los más populares en la medicina estética pues se aplica desde hace décadas. Su particularidad es que al inyectar aplicaciones de esta sustancia, el organismo inhibe las contracciones musculares que acaban generando arrugas en la piel.
La aparición de arrugas es un proceso natural al que se le puede poner freno mediante la incorporación en nuestro día a día de rutinas saludables: práctica de ejercicio físico, dieta saludable y el uso de productos nutritivos y de cosmética para la piel. Sin embargo, ralentizar este proceso no implica que desaparezca, de modo que el bótox aparece como una solución interesante cuando no se quieren exponer esas arrugas ante los demás.
La toxina botulínica consigue que los músculos se relajen y que, de manera temporal, no produzcan esas arrugas tan antiestéticas. Este tratamiento está siendo especialmente demandado tras el confinamiento pues se aplica sobre todo en las líneas de la frente, las patas de gallo alrededor las ojeras o las líneas de la frente.
A su vez, junto con el bótox aparecen también las ampliaciones de mirada mediante el alzamiento de los párpados. Esta práctica tiene como objetivo generar una mirada más intensa, más viva y profunda.
El ácido hialurónico
En esta misma línea se sitúan también las inyecciones de ácido hialurónico. El objetivo no es otro que eliminar arrugas y líneas de expresión a través de aplicaciones de esta sustancia que dota a la piel de más elasticidad y un aspecto más natural.
A diferencia del bótox, el ácido hialurónico si está presente de manera natural en nuestro organismo a modo de gel, de modo que con las inyecciones lo que se hace es aumentar su presencia.
Este tratamiento es de carácter antiedad, ayuda a reducir los efectos del envejecimiento y con él la piel recupera volumen, ralentiza la aparición de arrugas y regenera los tejidos. Se trata también de una técnica muy consolidada en el tiempo que hidrata y da vida al rostro.
En esta línea de tratamientos destinados principalmente al rostro aparecen también las extensiones de pestañas, los tratamientos antiojeras, las limpieza faciales o los retoques estéticos con bótox en la nariz. Este último ha ganado interés ya que, la inyección de toxina botulínica genera una inflamación que se mantiene durante unos días, pero en tiempo de mascarillas, ese efecto no se ve, de modo que los pacientes pueden someterse a las sesiones sin temor alguno.