A 25 kms. de la Reserva Natural de Spioenk, uno de los más populares santuarios de la vida salvaje de Sudáfrica, se encuentra la pequeña ciudad de Ladysmith. Estratégicamente situada entre las ciudades de Johannesburgo y Durban, al pie de las montañas Drakensberg y a orillas del río Klip (río de piedra), Ladysmith ofrece al visitante interesantes actividades deportivas que incluyen el excursionismo a pie, equitación, pesca con caña, navegación con vela o esquí acuático, lo que la convierte en un destino vacacional apetecible pero -para que vamos a negarlo- no muy original.
¿Por qué, entonces, hago este artículo?, os preguntáreis. Pues porque Ladysmith tiene algo que la convierte en interesante o, por lo menos, curiosa. Y ese algo es, ni más ni menos, su nombre.
Fundada en 1850 por los boers asentados en la zona como capital de la República del Río Klip, cuando ese mismo años los britanicos se anexionaron la república dieron a la ciudad el nombre de la esposa del gobernador general británico de la Colonia del Cabo y alto comisionado en Sudafrica: la española Lady Juana María de los Dolores de León Smith.
Juanita, como la llamaban, era bisnieta de Juan Ponce de León, conquistador de Puerto Rico y descubridor de la Florida. En 1812, cuando solo tenía 14 años, sus padres murieron en el asalto de las tropas británicas y portugueses a Badajoz, su ciudad natal. Tras la batalla, Juanita y su hermana menor buscaron la protección de algunos oficiales británicos que encontraron acampados fuera de las murallas de la ciudad para resguardarse del saqueo y el pillaje de los soldados. Uno de estos oficiales era el Brigada-Mayor Harry Smith, del regimiento de exploradores de élite 95th Rifles, que se enamoró de Juanita y se casó con ella unos pocos días más tarde.
Pese a tener la oportunidad de alejarse de la guerra viajando a Inglaterra a casa de la familia de su marido, se quedó junto a él el resto de la guerra, acompañándolo en el tren de equipajes, durmiendo al aire libre en el campo de batalla, paseando junto a las tropas y compartiendo todas las privaciones de la campaña. Su belleza, coraje, buen juicio y carácter amable la hicieron querida por los oficiales, incluyendo el Duque de Wellington, quien habló de su familiaridad con Juanita. Entre la tropa, era idolatrada por sus actos de generosidad y su capacidad para codearse con generales, pero también con soldados rasos y cantineras.
Con la excepción del periodo de la guerra anglo-americana de 1812, acompañó a su marido a todos sus destinos. Fue testigo de la campaña de Waterloo, estuvo en la India y finalmente en Sudáfrica, donde su marido, ya nombrado caballero, se vio inmerso en el corazón de las guerras fronterizas y cafrarias contra los xhosas, zulúes y sothos. Y mientras él batallaba, Juanita enseñaba a coser a esposas de jefes negros.
A pesar de su cargo, los Smith no eran ricos y siempre estaban desesperados por el dinero, por lo que durante sus últimos años Sir Henry luchó por obtener una pensión para Juanita, lo que finalmente consiguió el 5 de diciembre de 1848 cuando el Parlamento Británico concedió a Lady Juana Smith una pensión de 500 libras en reconocimiento a los servicios prestados por su marido al país.
Juanita, que falleció en 1872, dio nombre a otras dos ciudades: Lady-Smith, a 335 kilómetros de Ciudad del Cabo, al pie de las montañas Klein Swartberg, y la Ladysmith de la Columbia Británica (Canadá). Además, en Aliwal, ciudad al sur de Orange (denominada así por la victoria de sir Harry Smith en la India), se construyó un jardín al que se llamó Juana Square Garden, en honor a la ilustre dama pionera.