Vaya, resulta que este domingo ya empiezan las temidas comuniones en mi familia, que si risita por aquí, que si por allí, que si qué guapa vas, que si has engordado y que falta te hacía, que si te veo cambiada… en fin, una falsedad que a mí no me gusta nada, nada de nada, porque la verdad es que he engordado y ahí viene el problema, le enseño ayer noche a mi chico el modelito que “pensaba”, digo “pensaba” porque ya no lo pienso llevar, no me queda bien, a lo que iba, le enseño lo que “pensaba” llevar toda ilusionada, mis pantalones de pitillo negro, con mi camisa blanca entallada especial para ocasiones con un escote pronunciado acompañado de de una chaqueta americana muy moderna que pensaba llevar arremangada… El problema es que en un mes he debido de aumentar una talla, porque el pantalón me viene a reventar, quedándome éste súper ceñido y haciendo que el escote de la camisa pareciera que fuera a escapar alguna que otra cosa más… decepcionada, busco otro modelito pero que no era apto para la ocasión pero que llegado el caso, bueno cierro los ojos y me lo pongo, al que no le guste que no mire, eso hago yo cuando algo no me gusta, el problema que me encuentro porque esta vez era un vestidito muy bonito de ver, pero nada, que no me pasa de las caderas, y lo peor me quedan 4 días para salir de compras…