Las diez cosas que más odio de San Valentín

 

Aprovecho para hacer una particular lista de las cosas más odiosas de San Valentín. ¡vota tu favorita! (Seguro que hay unas cuantas que tú tampoco soportas)

1. Ese tsunami de corazoncitos rojos que de repente lo invade todo. Había que empezar por lo obvio ¿no? De verdad ¿es necesario tanto corazón, tanto lacito, tanta brillantina? Se te pican las muelas con sólo salir a la calle ese día y oler el azúcar en el ambiente… 2. Que al final, todo se reduce al regalo. No nos engañemos: si CocaCola inventó a Papá Noel, lo vistió de rojo y lo introdujo por las chimeneas en las casas de medio mundo, San Valentín y su omnipresente Cupido hace otro tanto en Febrero. Hombre, es que se estaban ya acabando las rebajas de Enero y había que tirar de algo para seguir aumentando las ventas. Además, últimamente ya no se estila eso de los bombones: ahora parece que lo suyo es regalar una escapada romántica de fin de semana, o similar. ¡Claro, cuesta mucho más caro!

3. Las reposiciones de películas cursis en televisión. Si tengo que volver a ver «Love Story» una vez más, me pego un tiro; he avisado.Pero   ¿es que nadie se acuerda de Billy Wilder, por amor de dios? «Sabrina», «Vacaciones en Roma», «El partamento» o «Con faldas y a lo loco»… Y las hay más modernas: «Una habitación con vistas», «Cuando Harry encontró a Sally»… En fin, una película que no recurra otra vez al chorreo de tópicos y la lágrima fácil.

4. Si no estás enamorada eres una marciana.  Vale, el amor es un sentimiento maravilloso y bla bla bla… pero ¿y si alguien no está enamorado? ¿Por qué tiene que soportar ese bombardeo? ¿Por qué hay que poner en un pedestal ese sentimiento si a lo mejor en este momento de tu vida no es tan importante?

5. Si no tienes pareja estás incompleta. Esta es una de las cosas que más me fastidian de San Valentín… y del resto de los días: la sociedad ha decidido -al parecer- que el estado natural del ser humano es la pareja. Así que, si por la razón que sea, no tienes pareja, es que algo te falta. Y la gente te compadece, te miran con lástima en las fiestas o reuniones de amigos, te buscan plan sin que tú lo pidas… Y no es resentimiento, conste: vivo felizmente en pareja (trío, en realidad: él, yo y la hipoteca; cuesta tanto que es como una más de la familia).

Pues resulta que puede ser muy bueno estar, al menos un tiempo, sin pareja, sobre todo para nosotras. Yo lo recomiendo. Será que nos educan siempre para complacer al hombre, para adaptarnos a él, para depender de él,… unos meses o añitos sin te pueden dar muchas claves sobre ti misma.

6. Los especiales de las revistas. Ay, esas encuestas…»Cómo es tu hombre ideal» (¡aaargh!), «Cómo saber si estáis hechos el uno para el otro» (¡aaaargh, aaaargh!), «Cómo conquistar al hombre de tus sueños» (¡mátame, mátame ya!). ¡Ah! y esas «Grandes historias de amor» que vuelven a invadir las revistas estos días… «Lady Di y Carlos de Inglaterra» ¡Corred a vuestros kioskos!

7. Los especiales de la televisión. ¡Por favor, otro especial «Sorpresa, sorpresa» no! Peores aún que los de las revistas, porque éstos se te metén en la salita sin avisar, entre zapping y zapping.

8. Los ripios de las postales de regalo.  Esas frases como: «Aunque dejes de quererme/
porque crees que no te quiero/ yo te seguiré queriendo./ Porque yo también te quiero.» Señores/as jefes/as de las empresas de postales: subid el salario a vuestr@s emplead@s.

Los lugares comunes sobre el amor, del tipo «Amar es no tener que decir nunca «lo siento» » o «Te quiero más que hoy pero menos que mañana». si alguien quiere hacer una declaración de amor, que deje de buscar la inspiración fuera y se concentre en su pareja, en las pequeñas cosas que le gustan de él o ella. Aunque no sea poesía de altura, al menos la otra persona notará que es sincero.

9. Se fomentan los estereotipos de siempre: el hombre actuvo y la mujer pasiva. El hombre es quien debe declararse, o preparar el mejor regalo; la mujer, lo recibe. Además, ni en anuncios, ni en revistas, etc se recuerda que existen otros tipos de amor diferentes al de la joven pareja heterosexual: el amor en la madurez, el de dos hombres, el de dos mujeres, el de parejas interraciales…

10. La artificialidad, esos corazones huecos: no es amor, al fin, lo que nos están vendiendo ese día por la radio y la televisión. El amor no es eso. No es algo tan perfecto, bonito y empalagoso como la pareja de muñecos de azúcar que corona un pastel de boda.

El amor es algo vivo, tibio, palpitante… algo que susurra y gime, que respira, que camina y acaricia, y lame y gime; que se asusta por las noches, que a veces araña, muerde y tiembla. Es oscuro también; es ácido como el regusto de un secreto. El amor es poliédrico, es uno y muchos, mezquino y egoísta, transparente y lúcido, amplio, terrenal, sensual, voraz, caníbal, a veces. No le sirve un manual de instrucciones, pues cada uno es diferente. Si en San Valentín se viera algo de esto, tal vez le concedería el indulto.

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