Ya, ya sé que es necesaria, que la sequía es muy mala y todas esas cosas. Pero, ¿no podría llover sin mojar? No sé, si hay tinta incolora y cerveza sin alcohol, ¿por qué no puede haber una lluvia seca?
Hoy era mi día, sí, lo ha dicho el horóscopo. Y yo me lo he creído. Me he dado una ducha tranquila y relajada, recreándome en la espuma y las enormes pompas de jabón que me salen entre las inglés. Me he dado un homenaje, estaba harta de ducharme con prisas. A veces incluso me estoy secando antes de enjabonarme, y eso me estresa. Luego me he secado el pelo con el secador, imitando a las peluqueras, logrando que las puntas se queden orientadas hacia donde les mando. Me pinto los ojos y los labios, estoy monísima. Pero entonces salgo a la terraza, a por mis braguitas de la suerte y mi jersey de escote ancho y… ¡plof! Un pedazo de gota ha caído justo sobre mi ojo derecho, haciendo que el rímel se corra de gusto por toda la cara. Al menos podría haber avisado que iba a llover, así hubiera recogido mis braguitas a tiempo, al buen tiempo. Cojo sólo la suerte y me las pongo con otras braguitas y del jersey sólo utilizo el escote.
Lista para salir y disfrutar de mi día. Pero entonces el paraguas decide no abrirse lo suficiente como para protegerme de la mojada lluvia, que de inmediato cae sobre mi recién acondicionado pelo. Un enorme autobús decide pasar a la velocidad de autobús, chafando el único charco que hay en mi calle. Creo que las braguitas han tenido suerte y son las únicas que no están empapadas.
No sé si regresar a casa a intentar recomponer mi estado. La llamada de mi cita desdequedando, me convence.
Cuando llego a casa, compruebo que hay un charco gigante en medio del salón, pues no cerré bien la puerta. Al menos, por allí no puede pasar ningún autobús para terminar de calarme hasta los intestinos. Y. cómo no, el charco también está mojado y nada de esto hubiera pasado si la lluvia hubiera sido seca. Supongo que el horóscopo no tendrá ni idea de asuntos meteorológicos.