La piel sensible es una condición temporal, a diferencia de la piel atópica, que tiene un carácter crónico y presenta reacciones inflamatorias más frecuentes e intensas. En el caso de la piel sensible, los desencadenantes suelen ser factores externos como ciertos medicamentos, cosméticos, el estrés o las condiciones climáticas adversas. En cambio, la piel atópica tiene un origen genético e inmunológico, lo que explica su comportamiento más persistente.
Por esta razón, los cuidados y tratamientos son distintos. Tal y como señala Pilar Gaudí, facialista y directora de centros especializados, “en la piel sensible debemos fortalecer la barrera cutánea con productos ricos en niacinamida, ceramidas y ácidos grasos omega, aplicándolos diariamente, incluso cuando la piel parezca estable. Es fundamental usar limpiadores suaves sin fragancia y evitar el agua demasiado caliente, ya que el calor dilata los capilares y aumenta la reactividad”.
En el caso de la piel atópica, Gaudí recomienda mantener una hidratación continua mediante cremas emolientes con aceites vegetales o manteca de karité, aplicándolas varias veces al día. Además, aconseja evitar irritantes como las lanas, los cambios bruscos de temperatura, los perfumes y las duchas prolongadas. “Cuanto más estable se mantenga el entorno de la piel —concluye—, menos brotes aparecerán.”
Tratamientos para ambos tipos de piel
En cabina, se trabaja con tratamientos calmantes y reequilibrantes, formulados para restaurar la barrera y reducir la reactividad cutánea, siempre apoyados en activos eficaces que aportan oligoelementos esenciales para la regeneración epidérmica y factores hidratantes naturales que contribuyen a mantener el nivel óptimo de agua en la piel: “La acción calmante la reforzamos con alfa bisabolol y betaglucano, que disminuyen la sensación de picor, enrojecimiento e irritación. Además, los oligosacáridos y dermosacáridos prebióticos ayudan a preservar el equilibrio de la barrera hidrolipídica, fortaleciendo las defensas naturales de la piel y promoviendo su recuperación. También utilizamos aparatología suave y personalizada, como radiofrecuencia de baja intensidad o luz LED roja, con el objetivo no de estimular, sino de reparar y reconfortar” – añade Pilar.
Los mejores productos e ingredientes para pieles sensibles y atópicas
Pilar Gaudí recomienda para el cuidado diario de ambos tipos de piel, cremas extrahidratantes formuladas con ceramidas y aceite de almendras dulces para reforzar la barrera y prevenir a su vez la pérdida de agua: “Su acción se puede potenciar con activos calmantes como el alfa bisabolol y la dihidroavenantramida D, que reducen la sensibilidad y el enrojecimiento cutáneo, también con complejos ricos en oligoelementos”.
También son ideales para reducir la irritación y dar sensación de alivio inmediato, los sérums calmantes con niacinamida, flor de caléndula y pantenol, o las mascarillas con ácido hialurónico y centella asiática como complemento semanal, que proporcionan una hidratación intensiva y una acción reparadora y antiinflamatoria, mejorando la elasticidad y el aspecto de la piel. Para completar la rutina, Pilar apuesta por una bruma facial con prebióticos, betaglucano, agua termal y oligosacáridos, que ayudará a mantener la hidratación y calmar la piel en cualquier momento del día, reforzando su equilibrio natural.

															
								
								




