Piratería alimentaria.

 

  

Si compras un aceite… ¿en qué te fijas?

Somos muchos que en su catálogo de actos de piratería la SGAE se pasa. Ya hemos hablado del cánon por préstamo en biblioteca y últimamente parece que se intenta emprender semejantes acciones con las recetas de cocina, claro Arguiñano está encantado.

El más reciente caso que ha enfrentado por copia o por uso indebido, ha sido bien diferente, lo ha hecho a «Carbonell» con «La Española»,  ambas marcas de aceites y aceitunas. Ambas marcas de excelente calidad, ambas tienen las calificaciones ISO 9000:2000, ambas ofrecen variedades de aceites y denominaciones de origen, diferentes grados de acidez…  y a priori cabe pensar que si las olivas no se pueden copiar no hay motivo para el litigio. Gran error, hay motivo de litigio, y en cierto modo podemos considerarlo publicitario o de imagen. Como se puede comprobar las etiquetas de ambas marcas guardan muchas similitudes, un muchacha, de rasgos andaluces, y pelo recogido sentada vestida de blanco y rojo con unos olivos de fondo y las etiquetas de ambas son rojas, el nombre de las marcas aparece sobre un fondo en contraste, blanco-rojo o rojo-blanco. ¿Es ésto piratería?  Yo diría que no, como durante años han dicho los tribunales. Hasta ahora,  en que el caso ha llegado al Tribunal de Primera Instancia de la Unión Europea que ha dado la razón al denunciante SOS-Cuétara propietaria de la marca Carbonell , que ya lucía este dibujo en sus latas y botellas en 1866, apoya su denuncia en encuestas cuyos resultados arrojan que el 90% de los compradores de aceite «La Española» creen estar comprando aceite «Carbonell».

Cierto es que se trata de dibujos muy similares, una escena del campo andaluz obviamente idealizada, ya les gustaría a las olivareras lucir tan peinaditas con su flor en el pelo y con ese blanco tan blanco, pero si no se trata de la misma etiqueta no se puede hablar de piratería, al menos no puramente ¿Dónde situamos la línea entre la piratería y la inspiración? Sin duda esta línea es demasiado fina y fácil de traspasar. En 1982, cuando «La Española» decide cambiar la postura de la mujer de su etiqueta, que anteriormente estaba en pie, y desde entonces SOS Cuétara pleitea contra la Española por piratería. El caso es que no lo puede llamar plagio porque no lo es, al menos hay 10 diferencias entre ambas etiquetas.

Lo cierto es que nunca me he equivocado al comprar alguna de estas marcas de aceite, siempre he sabido diferenciar una de la otra, sin demasiada dificultad, pero ahondándo en el objeto de litigio, ¿Qué haría SOS Cuétara de tener como competidores a JGC, propietarios de Don Simón? Ellos no copian la etiqueta, ni se inspiran en ella para hacer otra similar, pero sí sacan el producto del competidor en un spot para ensalzar los valores del producto propio y destacar los defectos del producto ajeno.

Con independencia del tratamiento que le demos, si pensamos que «La Española» se ha inspirado en «Carbonell», o si pensamos que ha sentado a «La Española» en su etiqueta para beneficiarse del renombre de «Carbonell», o si consideramos que no es un problema de imagen o de marketing sino de producto (como así parece considerar «Carbonell» a su etiqueta), a mí la pregunta que me asalta es si podemos estar tranquilos sabiendo que compramos un aceite por el dibujo de la etiqueta y no por las especificaciones que pone en ella, porque nadie ha hablado sobre las diferencias en el tratamiento de una y otra compañía de los grados de acidez y de las denominaciones de origen.

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