Desde que la tecnología llegó al mercado de la cosmética y la belleza, tenemos a nuestro alcance grandes gadgets de calidad que nos facilitarán nuestro cuidado estético diario. La tecnología llegó a los rizadores de pestañas, pero no todo el mundo está de acuerdo con el uso de estos accesorios.
Rizar las pestañas es algo que no tenemos por qué hacer al maquillarnos. Es un paso totalmente prescindible, aún más ahora que tenemos máscaras de pestañas capaces de alargar las pestañas hasta el infinito y más allá. Pero es cierto que cuando utilizamos rizadores cambia totalmente la mirada, se ve mucho más abierta y expresiva. Sobretodo es de gran utilidad para aquellas personas que tienen las pestañas rectas, imposibles de elevar con ninguna máscara de lo rígidas que son.
Existen rizadores convencionales y luego están los rizadores con calor, mucho más profesionales y efectivos. Al aplicar calor la curvatura de las pestañas toma un aspecto totalmente diferente. Duran más tiempo una vez aplicada la mascarilla y la mirada se abre mucho más.
El hecho de aplicar calor a las pestañas puede dar algo de respeto, por su cercanía al ojo. Pero podemos estar tranquilas, las marcas de calidad no son nada agresivas, aunque como sucede con los rizadores de pelo no es bueno abusar a diario de esta tecnología.
Debemos tener en cuenta que los rizadores no estropean las pestañas ni hace que se caiga, pero sí un mal uso de ellos. Lo más importante es escoger el rizador adecuado y de calidad.
¿Habéis probado alguna vez un rizador de pestañas eléctrico? Funciona a pila, y el tiempo que tarda en calentarse suele ser muy poquito. Yo nunca me he atrevido, hasta ahora pero, ¿por qué no? Podemos tener las pestañas más largas sin a penas esfuerzo. De todos modos el uso de rizadores de pestañas es algo más bien personal, no todo el mundo está de acuerdo con su uso, y al haber diferentes tipos hay variedad donde elegir.