Un tranvía llamado deseo.

 

Esteeeeeeeeeeeelaaaaaaaaaaaaaaaaa………

Cuando leí por primera vez la obra de Tennessee Williams no sabía aún de la existencia de una película. El primer contacto que tuve con esa maravillosa obra fue al ver «Todo sobre mi madre» de Almodóvar, donde una de las protagonistas era actriz de teatro e interpretaba a Blanche.

Me interesé por ella y después de leerla me di cuenta de que era una obra archiconocida. Incluso la interpreta March Simpson y Ned Flanders en un genial episodio de los dibujos animados «The Simpsons».

No solamente me encantó la obra sino que me parece una denuncia brutal a la sociedad del momento (que no hace tanto).

Por un lado tenemos a Blanche. La loca de Blanche. Tan obsesionada por su estética como por su edad y sus apariencias. Guarda un oscuro pasado que le atormenta hasta el punto de rondar la locura y beber demasiado.

Stan, el hombre bruto que no sabe querer a su mujer. Sus problemas con el alcohol y su agudo síndrome de peter pan no son más que las causas más externas de su violencia verbal y en ocasiones físicas.

Y por último Estela. La víctima.
Una mujer enamorada y abnegada que lucha entre sus dos seres más queridos.

Blanche y Stan se pelean por sus diferentes… o no tan diferentes caracteres, mientras Estela, lidia entre los dos entre desorientada y agotada.

La tensión es continua en toda la obra. Tensión psicológica mezclada con la tensión de la carne. La sexual. La inevitable.

No tardé en buscar la película y darme de bruces con el increíble papelón de Brando que desprende violencia y sexo y la increíble interpretación de Vivien Leigh. Vivien hace del personaje de Blanche una verdadera mariposa atrapada en una dorada tela de araña.

ELIA KAZAN se luce en una dirección impecable. Un filme que pasa con gloria a la historia mundial de la cinematografía.

Tennessee Williams ha dejado para nuestro deleite monólogos como el siguiente: una Blanche Doubois consciente de su debilidad:

Yo nunca tuve la suficiente fortleza para bastarme a mi misma… Cuando la gente es débil… los débiles han de recurrir al favor de los fuertes, Estela. ¡Y hay que ser seductora… ponerse colores suaves, los colores de las alas de mariposas… y brillar… hacer un poco de magia. Por esa razón, yo no he sido un dechado de bondad. Corrí en busca de protección, desde un techo llovedizo a otro… porque había tormenta… todo era tormenta… y yo me encontré atrapada en su centro.

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