La Torrija, postre divino ¿pecado mortal?…

 

Artículo de Isabel S. R.
Al acercarse la Semana Santa, desgraciada o afortunadamente para nuestras buenas intenciones de lucir «tipo» con el bikini de turno en la playa a la que nos escapemos si el tiempo metereológico, el presupuesto personal y nuestros santos jefes lo permiten, la gastronomía española muestra su lado más tradicional y tentador.

Los dulces alcanzan gran protagonismo en la Semana Santa, y como no, las torrijas es uno en el que más fácilmente pensamos todas a las que la cocina y el buen comer, nos gusta. Este postre, elaborado a base de pan, huevos, azúcar, aceite, miel y canela es, sin duda, el líder indiscutible en cualquier rincón de la Península en esta temporada.

Su origen en el tiempo se desconoce de forma exacta, aunque se cree que nacen en la Edad Media fundamentalmente en los Conventos de la Época y como solución «rica, rica» para aprovechar el pan sobrante. A partir de ahí, la receta se propaga rápidamente y se empieza a elaborar también, en las casas particulares.

Acreditados pasteleros argumentan de forma metafórica que las torrijas al igual que la Semana Santa representan la vida y muerte de Jesús, ya que según el rito católico el pan es el cuerpo de Cristo, que muere en estas fechas, y la leche y los huevos son como los «baños» necesarios para que el cuerpo resucite, así como la fritura podría representar el sufrimiento de Jesús en la Cruz. De ahí la consideración de «postre divino».

Para hacer unas buenas torrijas necesitamos ingredientes de calidad y una hora y media de tiempo -variable según el volumen que hagamos- . Se pueden hacer con leche, con vino, se les puede añadir miel, cáscara de limón o naranja rallada entre otras variantes. Como popularmente decimos: «para gustos, los colores», en este caso ingredientes.

Os resumimos aquí una receta sencilla: Ingredientes:
– 1 Barra de pan.
– 1 Litro de leche.
– 6 Cucharadas colmadas de azúcar.
– 3/4 Huevos.
– Canela molida.
– Aceite.

Las torrijas quedan mejor si utilizamos pan del día anterior ya que no se deshace tan fácilmente.

Primero hay que cortar el pan en rebanadas de unos 2 cm. de grosor.

Luego, calentamos (tiene que estar templada) la leche con el azúcar y una cucharada de canela removiendo con una cuchara (probad la leche para que esté a vuestro gusto). Podemos añadir o reducir el azúcar y la canela, y una vez caliente la retiramos del fuego.

Colocamos las rebanadas en una fuente honda y las empapamos con leche. Se pueden espolvorear con canela si os gustan así.

Después volvemos a colocar las rebanadas ya empapadas, en otra fuente plana, de manera que les quitemos la leche sobrante, antes de rebozarlas en huevo (batid bien, bien los huevos).

En una sartén, en la que hemos calentado abundante aceite, se fríen hasta dorarlas completamente.

Al sacarlas de la sartén, conviene escurrirlas en un plato con papel de cocina para que suelten el aceite sobrante.

Y para finalizar hay que dejarlas enfriar, momento en que estarán listas para ser servidas.

¡Dicho y hecho! A comerlas y disfrutar de una rica merienda, o de un desayuno especial…

Si tenéis recetas propias, con variantes en los ingredientes, con algún truquillo especial, os animo a enviar vuestros comentarios y sugerencias para que todas podamos aprender.

¡Espero vuestras sugerencias!

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