Autor: munsa
En estas vacaciones no todo ha de ser playa. Os propongo otra opción que combina cultura y naturaleza en una visita al Valle de Boí en pleno Pirineo de Lleida.
El genio humano puede llegar a los sitios más remotos y éste es uno de ellos en que los artistas que desarrollaron el Arte Románico dejaron una huella nada despreciable. Cuesta creer que hace unos mil años algunos maestros de obras, recordemos que en aquella época no existían aún los arquitectos como tales, fueron llamados a estas tierras para construir con los estilos y técnicas más novedosos del momento. Las construcciones que han llegado hasta nuestros días son pequeñas iglesias que con las montañas pirenaicas de fondo tienen un encanto muy particular en cualquier época del año, incluido el invierno con sus intensas nieves.
Podemos comenzar el recorrido en Pont de Suert (que nadie se enfade, es sólo por poner un punto de partida) y llegar a Barruera. Aquí será fácil descubrir la primera iglesia. Se encuentra a la derecha de la carretera en una verde explanada al lado del río. Se trata de la iglesia de Sant Feliu.
Por cierto, tanto esta iglesia como todas las demás que visitaremos está en bastante buen estado por lo que si en cualquier caso coincidís con sus horarios de visitas podéis entrar.
Para seguir nuestro recorrido al salir de Barruera tenemos dos opciones. Optaremos, de momento, por seguir en dirección a Boí con parada previa, tomando un desvío a la izquierda, en Erill la Vall. Aquí encontraremos, para mi gusto, una de las más bonitas iglesias de la zona: la de Santa Eulalia con su estilizado campanario. Además, a su izquierda podemos encontrar el siempre útil Centro de Interpretación del Románico de la Vall de Boí que nos permitirá conocer más sobre el lugar que estamos visitando. Si callejeáis por sus calles podréis comprobar cómo desde el mismo pueblo se ve, a tiro de piedra que se suele decir, el siguiente pueblo al que iremos: Boí.
Eso nos hace pensar que, siglos atrás, esta zona debía ser un lugar de gran concentración de población y cada una de las localidades quería satisfacer sus necesidades de todo tipo por sí misma.
Ahora saldremos de Erill la Vall para ir al pueblo que da nombre al valle. Nada más llegar encontraremos a la derecha, eso sí, algo encajonada en una hondonada, la pequeña iglesia de Sant Joan. Quizá no sea la más bonita en mi opinión pero después de visitarla es un placer pasear por las antiguas calles empedradas del pueblo en que podremos encontrar la Casa del Parque Nacional de Boí del que os hablaré en breve.
Si salimos de aquí y seguimos la carretera llegaremos a Taüll. Aquí ya no sólo encontraremos una iglesia sino dos y, además, ambas de visita obligada. La primera, al mismo pie de la carretera, es la más famosa, la de Sant Climent de Taüll. No sé si recordáis del colegio cuando explicaban el Pantocrator más famoso de nuestro Arte Románico. Efectivamente, aquí está. Bueno, una copia. Por ciertos intereses particulares ésta y otras tantas pinturas de la zona fueron extraídas de la pared y llevadas a un museo para ser expuestas. Pero eso sí, no por eso las réplicas dejan de representar unas imágenes con mucha fuerza y calidad. Por cierto, no dejéis de subir a su campanario por medio de la sencilla escalera que encontrareis preparada para ello pues podréis admirar unas vistas fantásticas. Después, paseando por este hermoso pueblo llegaremos a la otra iglesia, la de Santa María de Taüll.
Todavía nos queda otra visita. Si ahora volvemos por la carretera hacía el origen, hacia Barruera, justo al entrar hemos de desviarnos a la izquierda. Así llegaremos a Durro, punto final de esta ruta artística. Hasta ahora la carretera era relativamente plana. Con ésta que tomamos iremos ascendiendo hasta llegar a una población que deja a sus pies Barruera y gran parte del valle del Boí. ¡Hasta aquí llegaron los artistas! Nada más entrar en el pueblo podemos encontrar la iglesia de la Nativitat y después, paseando por sus cuidadas calles empinadas, tendréis oportunidad de conocer otro bonito pueblo pirenaico.
Os dije antes que en la Vall de Boí podríamos encontrar naturaleza y aquí hay dos opciones. Podemos por un lado visitar el Parque Nacional de Aiguestortes. Para llegar os recomiendo contratar la visita en el pueblo de Boí. Desde la plaza que hay ante la iglesia de Sant Joan parten unos jeeps hacía el parque. Con ellos podréis entrar pues con coche particular, por supuesto, sólo se puede llegar hasta el punto de información.
La segunda opción para estar cerca de la naturaleza tiene lugar en sus pistas de esquí, en la conocida estación de Boí-Taüll.
¿Queréis más? Pues tenéis el Balneario. Está en Caldes de Boí y habréis pasado por delante para ir al Parque Nacional. Como toda estación termal que se precie además de tranquilidad os ofrece todo tipo de tratamientos de belleza y relax que necesitéis.
¿Qué os parece? ¿Seguís pensando que todo va a ser playa?