Hace unos días hablé de la forma de divertirse de algunos jóvenes. Hoy pienso en una minoría (al menos, eso espero) agresiva y violenta, con una gran falta de respeto hacia los valores tradicionales.
Los principios y valores van cambiando con los tiempos; pero hay algunos que me parecen necesarios para la convivencia y que, por lo tanto, permanecen inamovibles. Al margen de las «bandas urbanas», bastantes chicos y chicas se implican en peleas por motivos insignificantes: una mirada, un tropezón, unas palabras poco oportunas tal vez… dan lugar a fuertes discusiones, de las que muchas acaban en golpes con consecuencias graves y, aunque no lo sean, indican ya una actitud violenta.
Es cierto que peleas siempre las hubo; pero yo noto una diferencia: antes los jóvenes se peleaban de otra forma y por otros motivos. No es justificable; pero me parece que, dentro de lo reprobable, eran menos peligrosas. Ahora enseguida, por cualquier cosa, se sacan navajas, se usan vasos o botellas y otros instrumentos que pueden causar males importantes.
También están a la orden del día los daños en vehículos o en objetos de la vía o lugares públicos, como cabinas telefónicas, bancos, señales de tráfico, etc..
Muchas veces se ignora el por qué; vas a recoger tu coche y lo encuentras rayado, o vas caminando tranquilamente por la calle y te dirigen un insulto.
Los afectados se callan o se van como si nada hubiese pasado por miedo a que lleguen a hacerles algo peor. Es lo mejor que pueden hacer; pero ¿no es para sentirse impotente y furioso?. Como anécdota, contaré algo que le pasó a mi madre: cruzaba por un paso de peatones y un chico bastante joven casi la lleva por delante con la bicicleta. Ella sólo le dijo «cuidado», momento en que él, de forma airada, se baja, tira la bici en medio de la calle y le dice con tono amenazante «¿qué pasa?» También iba una señora de cierta edad paseando y salen de un portal un par de «mocosos» y le gritan «vieja asquerosa».
Esto con personas mayores; con otros jóvenes hacen cosas similares y si les replican, ya se monta un buen lío o, al cabo de unos días, aparece una pandilla para ajustarles las cuentas.
Y, desde luego, no se puede olvidar la violencia escolar, dirigida tanto a profesores como a alumnos. Creo que ésta merece un artículo aparte.
Algunos estudios apuntan a la escasa tolerancia a la frustración por parte de jóvenes y adolescentes, acostumbrados a conseguir sus objetivos de forma fácil, porque nadie supo negarles lo que pedían y esa frustración la expresan por medio de la agresividad.
También me parece que los mayores no damos buen ejemplo, y que determinados juegos, como algunos de las video-consolas, o determinada publicidad, películas, dibujos .. van dando mensajes a los niños desde edades tempranas.
Me gusta la juventud; pero no ésta, que afortunadamente no es la mayoría.