Eclipsada por Bob Esponja

Eclipsada por Bob Esponja 1Tengo la sensación de que, desde hace un tiempo, en la televisión sólo hacen Bob Esponja. Los mismos capítulos, una y otra vez de ese cuadrado amarillo, acompañado de su amigo rosa que viven debajo del mar.

Todo empezó cuando alguien me dijo que a su hijo le fascinaban esos dibujos, que eran muy divertidos y que gustaban casi más a los padres que a los niños. Lo probé.

A mi niño le encantaron. Eran muy divertidos. Vivían situaciones absurdas cuyo sentido cómico e irónico pasaba desapercibido para los pequeños. A ellos les hace gracia ver a los muñecos cuando se caen, cuando se ríen o cantan. A nosotros, cuando interpretamos la ironía o el sarcasmo de la historia. Pero, cuando los capítulos se repiten día tras día, las tonterías, los comentarios ridículos y las situaciones absurdas empiezan a perder su gracia. Empiezas a verlos menos divertidos y se desencadena el odio.

La culpa es tuya, claro. Tú le introdujiste en Fondo de Biquini, tú abriste las puertas del fondo del mar y, ya deberíamos saber que, cuando algo les gusta a los niños, parece que no tiene límite.

¿Por qué no se cansan? ¿Por qué les da igual ver el mismo capítulo una y otra vez? ¿Por qué se sumergen en la misma historia que vieron ayer?

Y hablo de Bob Esponja pero, podría nombrar también a Dora Exploradora, Phineas y Ferb, Many Manitas…

El otro día, hablaba con una amiga y le preguntaba; ¿te has enterado de lo que pasó el otro día en Sebastopol? (da igual este dato, es un ejemplo). A lo que ella me contestó: ¿han dado la noticia en Disney Channel? Porque si no, no me he enterado.

Lo cierto es que a mí no me preocupa lo más mínimo sustituir las noticias por los dibujos animados. Casi diría que ninguna de las dos cosas me aporta nada positivo pero, al menos, con los dibujos llego a entretenerme. El problema es cuando sueño que Bob Esponja es el nuevo novio de mi hija y van a casarse en una piña.

Cómo me gustaría recuperar la inocencia de la infancia y disfrutar de los dibujos con la misma fascinación que los niños, así evitaría que se despertaran mis instintos asesinos cuando repiten un nuevo capítulo.

 

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