Escribir puede ser tan sencillo como cocinar si te gustan ambas cosas. Pero, ¿dónde reside el misterio de este placer?
Por las recetas que leo en yomujer, deduzco que hay buen apetito, algo imprescindible para que no cueste trabajo elaborarlo. Primero, estaréis de acuerdo en que cocinar alimentos es una labor creativa, te permite jugar con sabores, colores, aromas y recrear recetas antiguas sobre la base de otras familiares, como la de madres y abuelas. La mía me dio tres consejos: «somos lo que comemos»; «a casi todos se nos gana por el estómago» y «lo que tengas sobre el fuego, vigílalo».
Y segundo, para no perder el hilo en ese cuidado culinario y aprovechar asimismo el tiempo; a mí me resultó gratificante escribir que, en definitiva, también es crear, componer y alimentar, es este caso, la mente.
Carmen Martín Gaite, una escritora que me gusta y a la que recurro, decía, sobre la necesidad de escribir, en uno de tantos cuadernos donde lo anotaba todo:
La narración es una exigencia. Si no cuentas las cosas forman montoneras. Es como entrar en un cuarto donde todo está patas arriba y empezar a doblar historias y meterlas en sus estantes correspondientes, luego ya se puede respirar y el ocio de tomar el sol en una butaca es armonioso, no ácido.
Como el placer de disfrutar de una cena entre amigos, un buen vino y una posterior tertulia. Buen provecho.