He roto con el fútbol

He roto con el fútbol 1Siempre he sido una persona muy deportista. Me gusta practicar y ver deporte por televisión. Hay algunos que no tolero bien, como el ciclismo o el golf que a veces se me indigestan. Disfruto viendo un partido de balonmano, de voleibol, de tenis, de waterpolo…Y también he disfrutado viendo partidos de fútbol, hasta que le he cogido manía a este deporte.

Me siento invadida por el fútbol. La sección de deportes de los telediarios, que cada vez son más largas, ocupan todo su tiempo hablando de fútbol, incluso cuando no se juega ningún partido.

No encuentras mesa libre en el bar de siempre cuando hay fútbol, los coches aparcan encima de la acera, y encima de los árboles si hace falta, en los aledaños del estadio cuando hay fútbol, dejan de emitir tu serie porque hoy hay fútbol, y en la otra cadena repiten un capítulo anterior por el fútbol.

Y ya, cuando se disputa el famoso derbi entre Barcelona y Real Madrid, ya no sólo no hay otra cosa que fútbol, sino que parece que no existan más equipos que lo practiquen.

¿Qué le pasa al mundo?

La gente se pelea por el fútbol, en algunas ocasiones, incluso se matan por el fútbol. Son los deportistas que más cobran, llevan los mejores coches (que encima se los regalan) y se montan las mejores fiestas. Se adora, se idolatra y se eleva a los futbolistas a la altura de los dioses, y ellos, ¿qué hacen por nosotros? ¿Meter algún gol de vez en cuando y hacer que tu equipo favorito ganes para que tú te vayas a tu casa tan contento y ellos sigan incrementando su caché y sus ingresos millonarios? No me parece una relación justa y equitativa. Deberíamos exigirles más; que los aficionados tuvieran un sueldo por aficionar, que compartieran sus ganancias con los que se han desgañitado animándoles e insultando a los contrarios, que tuvieran algún detalle con sus fans en agradecimiento al esfuerzo y sufrimiento que les dedican. Pero así, me parece una relación descompensada. Si nuestra pareja se comportara así, seguro que le echábamos una buena reprimenda o incluso le dábamos la patada, nunca mejor dicho.

Así que, como no me puedo casar con ningún futbolista, he decidido romper con el fútbol.

 

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