Relatos seleccionados de la primera votación.

 

 

Enhorabuena a todas.

LA PUERTA AMARILLA
Autora: Galatea
Vuelvo a mi hogar campesino, a la casa de mi infancia, al humilde lugar donde crecí, pleno de carencias pero también de amor, de alegría, de ilusiones de mujer en un cuerpo de adolescente. La grava del sendero apenas se ve: está cubierta por la hierba del olvido, pero se siente crujir bajo mis pies como un resto de pavesas que el tiempo convirtió en cenizas. Me acerco a la puerta cuya madera carcomida por tantos soles y tantas lluvias, aún conserva la antigua pintura amarilla. La enredadera se ha marchitado como mi frente, y sólo queda el tronco del rosal que antiguamente era todo el lujo de la antigua casita. No sé si es mi corazón lo que palpita, o el reloj intemporal de la memoria lo que me hace temblar. No sé si conservo las emociones de antaño, ni si estos pies son capaces de caminar, estos ojos de ver y estas manos de empujar la vieja puerta, pero debo intentarlo. Alargo mi brazo, voy a empujar la puerta; mi mano la atraviesa como si fuera humo.

LOS ZAPATOS DEL ÁNGEL
Autora: didoyeneas15

No había sido muy buena idea la de robarle los zapatos al ángel. No pisó tierra nunca más.

MIS FANTASMAS
Autora: Isadora

Los fantasmas me rondan,pugnan por entrar en mi cerebro,me han perseguido durante años, pero no han logrado entrar. Las voces, las voces me acosan en forma permanente.No les doy importancia trato de no escucharlas, no prestarles atención. En mi noche inalterable nadie es conocido, nadie entra en mi mundo, en algunas pocas oportunidades un destello de luz los hace ver, visten de blanco de pies a cabeza, pero de inmediato la oscuridad me envuelve por completo. Además de sus voces hay otros sonidos, algunos metálicos, otros como suspiros, a veces me siento tironeado, dado vuelta para un lado para otro, siento como me tocan, o por lo menos así me lo parece, siento como si me atravesaran tubos, tubos que entran por mi boca, tubos que salen de mis genitales, sensaciones extrañas, recuerdos borrosos. Oigo gritos, fuertes gritos llamando, ahora si entiendo lo que dicen, tampoco son fantasmas sonoros ni imágenes borrosas vestidas de blanco, son médicos y enfermeras. La puerta de la sala está abierta leo, “Terapia intensiva”. –Vengan rápido, despertó, después de tanto tiempo salió del coma.

Sin título 4
Autora: Violeta

Y de repente mi hermana Leonor se incorporó dentro de su ataúd y me apretó el antebrazo. Lloré de felicidad, pensé que que después de todo Dios había atendido mis plegarias y su muerte no había sido más que una pesadilla. Pero entonces ella soltó una carcajada de ultratumba y dijo todo aquello de que llevaba diez años acostándose con mi marido en mis narices, sin que yo me enterara de nada porque era tonta perdida. Luego volvió a morirse y yo me pasé el resto del velorio con los ojos secos y su mano entre las mías, clavándole el filo de una llave en la palma hasta que cerraron el féretro.

JIRONES DE NIEBLA
Autora: Alyssel

Un búho ululó asustado y alzó el vuelo. Como parida de las sombras, oscura y siniestra, una criatura cobraba forma en la espesura. Las hojas apenas crujieron a su paso, y el bosque pareció contener la respiración cuando la luna iluminó el pelo azabache, las pupilas dilatadas, las garras y colmillos. Comenzaba la carrera. Rápido, ligero, con aire magistral, aquel retazo de oscuridad se encaminó a la aldea más cercana. En las ventanas aún titilaban algunos candiles, proyectando sombras monstruosas. Concentrado, entre tinieblas, apretó el paso. Un callejón, dos, tres… Muchas, demasiadas calles… Y ya estaba allí. Una gran plaza de suelo empedrado se desplegaba ante ella, y al fondo una plataforma de madera humeante izaba cinco vigas chamuscadas. Miró en derredor, aguzó el oído, la mirada atenta, y a paso titubeante comenzó a avanzar. Silencio y cenizas, muchas cenizas. A los buenos católicos les encantaban las cenizas. Casi podía sentir la ira, el horror de aquel lugar conforme se acercaba. No había podido creerlo, no habría podido, de no haberlo visto. Había tanto dolor… El corazón le pesaba en el pecho al comenzar a excavar, a rastrear, desesperado. Finalmente encontró el rubí con forma de cruz entre los escombros. La loba, pesarosa, aulló y desapareció tal como había aparecido, en un jirón de niebla. Lejos de allí una anciana lloraba amargamente. Un tupido velo blanco cubría sus ojos y apretaba una cruz invertida entre las manos, como teñida de sangre.

Sin título 2
Autora: Ariana Avril

Cada vez se hacía más tarde y mi marido no aparecía. Después de varias horas, llegué a la conclusión de que Pablo seguía molesto conmigo por la discusión de la noche anterior. Decidí esperar a que llegara, pero el sueño me vencía y terminé por irme a la cama. En la mañana del sábado esperaba ver a Pablo dormido a mi lado…  pero él no estaba en la cama cuando desperté. Creo que pasaron eternas horas en las que estuve sentada, desvanecida, bebiéndome una botella de vino y sumiéndome en un sopor lento. Desperté en algún momento de la tarde, con los codos apoyados sobre la mesa y las sienes húmedas. Fijé la vista en el televisor, que continuaba encendido. Tardé unos minutos en enfocar la pantalla, y después de eso lo vi todo claramente: «Se entregó el hombre que mató a su mujer a golpes tras una discusión», y la imagen de Pablo, mi Pablo, con las manos esposadas subiendo a un coche policial estacionado frente a nuestra casa. Sólo entonces comprendí muchas de las cosas que habían sucedido (o no) ese viernes. Sólo entonces, me di cuenta de que la persona bajo la sábana, allí, en la camilla, era yo, un despojo de carne y sangre saliendo de la vida, de mi casa a la ambulancia.

¡Enhorabuena! Esperamos vuestros comentarios.

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