El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua (R.A.E.) dice que «equívoco/a» es «Que puede entenderse o interpretarse en varios sentidos, o dar ocasión a juicios diversos«. En el mundo de la imagen pública se deben controlar, en la medida de lo posible, todos los parámetros de la imagen que se proyecta que puedan llevar a malas interpretaciones.
La incorporación masiva de la mujer al mundo laboral ha ido en aumento desde la I Guerra Mundial. Echando la vista atrás, no debemos ser conformistas con la situación actual pero sí podemos congratularnos de los logros conseguidos aunque, como comentaba en La imagen personal en la venta (I), la imagen de la mujer se juzga con mayor severidad por lo que debemos cuidar la imagen profesional que transmitimos. Un pequeño desliz puede dar al traste con un brillante trabajo. Sirva de ejemplo la fotografía de la Canciller alemana Angela Merkel, tomada hace unos meses cuando asistía a la ópera.
A cualquier acto público al que acuda mientras dura su mandato, lo hace en representación de su cargo como Canciller y no como la Sra. Merkel por lo que debe ser coherente con el mensaje que está transmitiendo a través de su imagen. Durante un tiempo, los periódicos se ocuparon más de su excesivo escote que de su gestión como responsable del gobierno de su país. Una imagen equívoca.
La pasada semana se produjo una reunión en La Moncloa entre el Presidente del Gobierno español, Jose Luis Rodríguez Zapatero, y los presidentes de las principales entidades financieras del país para explicar la postura española en la reunión del G-20 que tuvo lugar el 15 de noviembre en Washington. Entre los asistentes a La Moncloa estaba el presidente del Banco Santander. El periódico El País publicó la fotografía que aparece en este artículo. En ella se puede observar al Sr. Botín recostado sobre el sofá mostrando los tirantes (con el color corporativo, eso sí) y en una actitud que puede interpretarse de «dueño del patio» ¿Hacemos caso de lo que muestra su lenguaje no verbal? Una imagen equívoca.
Añadiendo unas notas sobre estilo y elegancia comentaré que, cuando un hombre lleva traje, el puño de la camisa debe asomar por debajo de la chaqueta un centímetro o dos como máximo y no debe sobrepasar la muñeca invadiendo el puño parte de la mano. Los calcetines serán lo suficientemente largos como para no enseñar la pierna cuando esta se cruza sobre la otra. Los pequeños detalles ayudan a la imagen global.
Montse Calvo. Asesora de imagen profesional.