Olga

Mujeres en la pintura

Autor: Olga
Fecha: 10 Jul 2007
A pesar de la belleza de estos dos videos, me pregunto por qué, cuando hablamos de [b]mujeres en pintura[/b], hablamos de retratos y no de artistas. He estudiado «[b]Historia del arte[/b]» y os puedo asegurar que cuento con los dedos las artistas femeninas. Y las que si estudié, eran a partir de 1900.
Da qué pensar. A ver si entre todas, podemos sacar algunos nombres y las estudiamos aquí en [b]yomujer.com[/b] .

Para abrir boca, los retratos más bellos de mujeres en la historia del arte:

[youtube]nUDIoN-_Hxs&mode=related&search=[/youtube]

Este es más largo y con música electrónica:

[youtube]k95usWr7338&mode=related&search=[/youtube]

Azzurro

Autor: Olga
Fecha: 9 Jul 2007
La conocí por un programa de radio 3; es su cabecera sonora. Investigué un poco y supe que quién cantaba era [b]Adriano Celentano[/b].

Una vez llegada a la capital italiana, me comentaron que la canción en realidad es de [b]Paolo Conte[/b] pero que [b]Adriano Celentano[/b] la compró y la convirtió en un éxito.
Os dejo los dos vídeos y juzgáis:

La de [b]Celentano[/b] es sin duda la más famosa, puede que tenga más ritmo comercial, y por eso la conocemos más.

[youtube]RyCKhZLqOBw&mode=related&search=[/youtube]

Esta es la de [b]Conte[/b]. A mi sin duda la que más me gusta. Tiene una clase increíble.

[youtube]mjW0jPA-xW4[/youtube]

Os dejo la letra, así cantamos todas:

[b]Azzurro[/b]
Cerco l’estate tutto l’anno
E all’improvviso eccola qua
Lei e’ partita per le spiagge
E sono solo quaggiu’ in citta’
Sento fischiare sopra i tetti
Un aereoplano che se ne va

Azzurro
Il pomeriggio e’ sempre azzurro
E lungo per me
Mi accorgo
Di non avere
Piu’ risorse senza di te
E allora
Io quasi quasi prendo il treno
E vengo vengo da te
Il treno dei desideri
Dei miei pensieri
All’incontrario va…

Sembra quando ero all’oratorio
Con tanto sole tanti anni fa
Quella domenica ero solo
In un cortile a passeggiar
Ora mi annoio piu’ di allora
Neanche un prete
Per chiaccherar…

Azzurro
Il pomeriggio e’ sempre azzurro
E lungo per me
Mi accorgo
Di non avere
Piu’ risorse senza di te
E allora
Io quasi quasi prendo il treno
E vengo vengo da te
Il treno dei desideri
Dei miei pensieri
All’incontrario va…

Cerco un po’ d’Africa in giardino
Tra l’oleandro e il Baobab
Come facevo da bambino
Ma qui c’e’ gente non si puo’ piu’
Stanno innaffiando le tue rose
Non c’e’ il leone
Chissa’ dov’e’…

Azzurro
Il pomeriggio e’ sempre azzurro
E lungo per me
Mi accorgo
Di non avere
Piu’ risorse senza di te
E allora
Io quasi quasi prendo il treno
E vengo vengo da te
Il treno dei desideri
Dei miei pensieri
All’incontrario va…

Azzurro
Il pomeriggio e’ sempre azzurro
E lungo per me
Mi accorgo
Di non avere
Piu’ risorse senza di te
E allora
Io quasi quasi prendo il treno
E vengo vengo da te
Il treno dei desideri
Dei miei pensieri
All’incontrario va…

¿Cómo saber…?

Autor: Olga
Fecha: 26 Jun 2007
Un grave error que nos hace pensar que nunca más. Algo que duele tan hondo que a medida que subes y lo dejas atrás sientes la experiencia latente y dices: nunca más… nunca más…

Y pasa el tiempo, y eres feliz, y ruedas, y te enderezas y vuelves a rodar, y después, sin darte cuenta, has tropezado con el mismo canto con el que habías topado la primera vez.

¿Por qué? ¿Tiene que ver con la memoria selectiva? Si es selectiva… ¿Por qué olvidamos lo que realmente no podemos olvidar?

Ser fuerte no es suficiente a la hora de afrontar un problema común. Un problema de dos.

Cuando una pareja en crisis intenta solucionar las cosas porque se quieren, cada uno utiliza su método, y al final, la rueda. La espiral…

[i]»De prometer hacerlo bien, de cometer un nuevo error, de no saber pedir perdón, o pedirlo demasiadas veces»[/i]

Cuando os dáis cuenta de que es imposible, de que sois incompatibles, de que es difícil seguir… ahí, es el momento, no se puede volver a tropezar… ¿O es que esta vez será distinto? Pues sí, esa clase de memoria selectiva es a la que me refiero. Esta vez es distinto.

[i]»¿Por qué me dices que va a ser distinto, si luego vuelve a ser lo mismo?, ¿qué tengo que ser para ser algo?, ¿para quererte solo valgo?»[/i]

Olvidar a una persona es difícil. Más si entre esa persona y tú hubo sentimientos encontrados, discusiones absurdas, miradas irritantes. Lo malo, siempre empuja a algo más malo. Y si nos empeñamos en mejorarlo, cada fracaso es un mundo de fracasos.
Y después… el olvido. El insoportable sentimiento de no poder, o no querer…. y cuando lo consigues… la memoria selectiva actúa. Y por lo tanto, volvemos a caer.

[i]»Cuál es la reacción química, que convierte un punzante sentimiento de melancolía y tristeza por extrañar a alguien, en una suave cosquilla allí donde esa persona nos hubiera «tatuado» sus recuerdos.»[/i]

Animo a usuarias y editoras a hablar de la memoria selectiva, del olvido, del fracaso y de la recuperación. Os animo a escribir en foro y artículos aquello que los humanos tenemos para bien o para mal y que nos hace girar y girar como peonzas en un mundo de sentimientos repetido y a la vez…. tan nuevos….

Nuevos títulos en la Editorial Grupo Búho

Autor: Olga
Fecha: 25 Jun 2007
Keaton Ville

Jack Redman conoce la escalofriante verdad que se esconde tras el umbral de la muerte, conoce la esencia del miedo, conoce a los entes. Y sabe, también, que no quiere saber. Actualmente su vida transcurre en relativa tranquilidad. Pero nadie puede romper sus lazos con el destino. Y así, Jack, verá truncada su paz cuando reciba una extraña visita que le invitará a revivir su pasado enfrentándose a lo que es y a lo que nunca podrá dejar de ser…

El caballero de la banda

Nacido en Cáceres, José Juan es abogado y Técnico Superior de la Administración. Paralelamente a su vida administrativa ha desarrollado una amplia labor literaria y de investigación histórica del que resultado son sus más de seiscientos artículos en distintos diarios españoles y varios libros, de los que citamos: Un testigo para la Historia (1997) y Treinta días de Mayo (2003). En la actualidad tiene pendiente de publicar otros dos libros titulados Leonor de Guzmán y El Convento, ambos, como los anteriores, frutos de un profundo y amplio trabajo en archivos y bibliotecas.

Turismo gay

Autor: Olga
Fecha: 18 Jun 2007
Argentina es el país pionero y ha resultado un éxito total.

Se llama [b]Calú Beach [/b]y está en la costa más visitada del Atlántico: [b]el mar de la plata.[/b]
La entrada es abierta a todo tipo de público; pero está prohibida a menores de 18 años.

La playa en cuestión es de lo más original. La entrada es de 25 pesos ( unos 7 euros) y tiene numerosos servicios. Todo está relacionado con los cuatro elementos fundamentales del universo según los presocráticos:

[b]Fuego[/b]: fogata que ambienta el atardecer…

[b]Agua[/b]: tres piscinas con agua de mar y un balneario rodeado de pinos y eucaliptos…

[b]Aire[/b]: Con lo que sus dueños denominaron: «Rincón mágico destinado al relax»…

[b]Tierra[/b]: en una zona ajardinada para comer y relajarse.

Quienes viviten esta playa disfrutarán del día aunque no haga día de playa ya que el abanico de posobilidades es amplísimo. Ordenadores para navegar por internet, torneos de juegos de mesa, proyección de cine…

Los vestuarios son mixtos y abiertos y hay rincones especiales llamado [b]Teteras[/b] especialmente diseñados para mantener relaciones sexuales.

De momento, quienes más visitan el portal de esta playa son de fuera de Argentina y se estima que cada año aumentará su afluencia.

Resultado del Concurso: «Escrito en las estrellas»

Autor: Olga
Fecha: 15 Jun 2007
[b]Finalistas:[/b]

Martika -Sin Título 2

Muchas veces había deseado, luego de escuchar pacientemente el cuento de Pinocho, que su muñeca de rizos rubios fuese tocada por una varita mágica. Todas las noches invocaba hadas a montones, madrinas y no madrinas, bondadosas y malditas, ya no le importaba llevar a cabo un pacto con alguna deidad oscura, solo quería que su muñeca, por fin, le hablase. Una madrugada, estando profundamente dormida, el espejo se licuó y de su interior emergió un pequeño basilisco. En medio de la penumbra, se dirigió hacia la cama en la que la niña dormía abrazada a su muñeca, asegurándose primero que los ojos de la misma estuviesen cerrados, pues la visión de su mirada resultaría mortífera. Luego observó a la muñeca y pensó que los ruegos de la pequeña debían ser escuchados. Recordó un conjuro tan antiguo como su mito y al pronunciarlo la muñeca emitió un bostezo. Confundida, comenzó a mirar en derredor. De pronto, en un súbito espasmo, descubrió los diminutos ojos del basilisco que la observaban con satisfacción. En el preciso momento en que sus miradas se encontraron, la muñeca cayo presa del sortilegio, muriendo sin más testigos que su propio creador.

Haiya -Sola

Siempre está presente, a veces a su lado, atrás, enfrente, no lo puede ver pero es perceptible su presencia. Le platica todo lo que hizo en el día y el sutil movimiento de la cortina le conforta pues se siente acompañada y escuchada. Hoy llegó a las ocho, dos horas después de lo acostumbrado, llegó sonriente y ensimismada y al momento de entrar, las cortinas se movieron con fuerza como exigiendo una explicación por la tardanza y por el silencio. Ella fue hacia la ventana y la cerró pensando que ya no necesitaba aferrarse a algo que se inventó para llenar sus espacios y su soledad, ahora ya tenía a alguien de verdad. Cuando la lámpara que colgaba encima de la mesa se empezó a balancear y a parpadear su luz no hizo el menor caso y caminó al baño. Necesitaba estar bajo el agua para repasar en su mente los momentos vividos, todos ellos experiencias nuevas. Cuando entró en la regadera y sintió el agua en su cuerpo-ahora-nuevo, cerró sus ojos sonriendo y no se percató que la luz se apagó. La encontraron colgada de la ventana con una cortina; decían las vecinas y quienes la conocían -pobre, estaba tan sola.

Merlin- La tarde con ella

Pasó la tarde con ella. Pasearon de la mano por un parque solitario. Se tumbaron a la sombra de una acacia, contemplando entre las hojas el cielo luminoso. Él habló. Habló durante mucho tiempo. Ella sólo sonreía, le miraba y sonreía, y suspiraba, y entrecerraba los ojos, transparentes como el agua. Cuando el sol empezó a declinar, él se levantó, despacio, muy despacio, como retornando de un sueño. Rehizo el camino, cortó una flor, y besándola suavemente, la depositó sobre su sepultura.

Titana – La nevera

—La nevera llora—, dijo la Nenita y tiró de la sábana—, gimotea como Rober cuando le quitaba la pelota en el parque. Su mamá se desperezó un poco desorientada. Encendió la lámpara de la mesilla y guiñó los ojos. Forzó una sonrisa y le revolvió la melena ondulada. —Vamos a ver ese frigorífico llorón—. Cogió su manita y las dos, con los mismos patucos a rayas verdes, caminaron por el pasillo. Al pasar por el cuarto de baño se escuchó un quejido suave como el ladrido de un cachorro. La mamá se detuvo. — ¿Ves como llora? A lo mejor tenemos que arroparla porque siempre tiene frío, mami—. Su hija tiró de ella para que siguieran avanzando. La mujer tragó saliva y se movió. Sentía los pies fríos a pesar de los calcetines de lana. Puso la mano en el tirador y otro lamento se coló entre las bisagras. Antes de que pudiera impedirlo, la niña empujó la puerta. La luz de las farolas de la urbanización se filtraba por la ventana e iluminaba la puerta gris metalizada de la nevera. — ¿Qué te pasa bonita por que lloras?— Preguntó la Nenita al refrigerador. Acarició la parte lisa del electrodoméstico que quedaba libre de dibujos e imanes. Al retirarla, se cayó al suelo la vaca magnética de Cantabria. Sujeto por la punta del teléfono de Telepizza quedó colgada la foto de un niño con flequillo rizado sujetando un balón bajo el brazo. La Nenita se puso de puntillas y despegó el retrato. — Me la quedo que desde que Rober se fue al cielo no le he vuelto a ver. Los ojos de su mamá brillaban como los de un gato en medio de la noche. Sintió los dedos de los pies calentitos. La nevera no volvió a llorar.

Ariana Avril – Sin título 2

Cada vez se hacía más tarde y mi marido no aparecía. Después de varias horas, llegué a la conclusión de que Pablo seguía molesto conmigo por la discusión de la noche anterior. Decidí esperar a que llegara, pero el sueño me vencía y terminé por irme a la cama. En la mañana del sábado esperaba ver a Pablo dormido a mi lado… pero él no estaba en la cama cuando desperté. Creo que pasaron eternas horas en las que estuve sentada, desvanecida, bebiéndome una botella de vino y sumiéndome en un sopor lento. Desperté en algún momento de la tarde, con los codos apoyados sobre la mesa y las sienes húmedas. Fijé la vista en el televisor, que continuaba encendido. Tardé unos minutos en enfocar la pantalla, y después de eso lo vi todo claramente: “Se entregó el hombre que mató a su mujer a golpes tras una discusión”, y la imagen de Pablo, mi Pablo, con las manos esposadas subiendo a un coche policial estacionado frente a nuestra casa. Sólo entonces comprendí muchas de las cosas que habían sucedido (o no) ese viernes. Sólo entonces, me di cuenta de que la persona bajo la sábana, allí, en la camilla, era yo, un despojo de carne y sangre saliendo de la vida, de mi casa a la ambulancia.

Galatea – La puerta amarilla

Vuelvo a mi hogar campesino, a la casa de mi infancia, al humilde lugar donde crecí, pleno de carencias pero también de amor, de alegría, de ilusiones de mujer en un cuerpo de adolescente. La grava del sendero apenas se ve: está cubierta por la hierba del olvido, pero se siente crujir bajo mis pies como un resto de pavesas que el tiempo convirtió en cenizas. Me acerco a la puerta cuya madera carcomida por tantos soles y tantas lluvias, aún conserva la antigua pintura amarilla. La enredadera se ha marchitado como mi frente, y sólo queda el tronco del rosal que antiguamente era todo el lujo de la antigua casita. No sé si es mi corazón lo que palpita, o el reloj intemporal de la memoria lo que me hace temblar. No sé si conservo las emociones de antaño, ni si estos pies son capaces de caminar, estos ojos de ver y estas manos de empujar la vieja puerta, pero debo intentarlo. Alargo mi brazo, voy a empujar la puerta; mi mano la atraviesa como si fuera humo.

Alvssel – Jirones de niebla

Un búho ululó asustado y alzó el vuelo. Como parida de las sombras, oscura y siniestra, una criatura cobraba forma en la espesura. Las hojas apenas crujieron a su paso, y el bosque pareció contener la respiración cuando la luna iluminó el pelo azabache, las pupilas dilatadas, las garras y colmillos. Comenzaba la carrera. Rápido, ligero, con aire magistral, aquel retazo de oscuridad se encaminó a la aldea más cercana. En las ventanas aún titilaban algunos candiles, proyectando sombras monstruosas. Concentrado, entre tinieblas, apretó el paso. Un callejón, dos, tres… Muchas, demasiadas calles… Y ya estaba allí. Una gran plaza de suelo empedrado se desplegaba ante ella, y al fondo una plataforma de madera humeante izaba cinco vigas chamuscadas. Miró en derredor, aguzó el oído, la mirada atenta, y a paso titubeante comenzó a avanzar. Silencio y cenizas, muchas cenizas. A los buenos católicos les encantaban las cenizas. Casi podía sentir la ira, el horror de aquel lugar conforme se acercaba. No había podido creerlo, no habría podido, de no haberlo visto. Había tanto dolor… El corazón le pesaba en el pecho al comenzar a excavar, a rastrear, desesperado. Finalmente encontró el rubí con forma de cruz entre los escombros. La loba, pesarosa, aulló y desapareció tal como había aparecido, en un jirón de niebla. Lejos de allí una anciana lloraba amargamente. Un tupido velo blanco cubría sus ojos y apretaba una cruz invertida entre las manos, como teñida de sangre.

[b]3er Premio:[/b]

Lorena San Millán – Volver a verte

Ayer te vi. Iba en mi coche, tú caminabas por la calle. Me pasé en ámbar por seguir tus pasos. Una mezcla violenta de miedo, desconcierto y alegría se alojó en mi pecho. Se me llenaron los ojos de lágrimas y la garganta de silencio. Toda saliva se fue de mi boca y todo aliento abandonó mis pulmones. Llevabas la misma ropa con la que te vi por última vez, ese, tu uniforme de guapo, como tú le decías. Entraste a una zapatería ¿Tú, comprando zapatos? Me estacioné para no perder detalle de tus movimientos. Pensé que te había confundido con alguien más, pero el tic que aparece en tu mejilla cuando gastas dinero en cosas innecesarias, tacaño irredimible, me confirmó que eras tú. El momento ameritaba un cigarro. Busqué en mi bolsa, desviando la mirada de tu figura. Al volver la vista a la tienda, ya no estabas. Pregunté por ti, dijeron que no esperaste ni la feria y que aunque parecía que tus pies eran más grandes pediste un número más chico y te quedó perfecto. Me indicaron por donde te fuiste. Di varias vueltas a la manzana pero no pude encontrarte. Tal vez tomaste el primer taxi que viste. Tal vez cruzaste la calle. Un encuentro común, nada digno de comentarse. Te veo, te pierdo de vista y de ello no hay nada rescatable. Así es y así sería, si no fuera porque hace un año, cubierto de nardos, en aquel cementerio te dijimos adiós, enterrándote descalzo.

[b]2º premio:[/b]

Marcovaldo – Cucarachas

Una niña atravesó la acera de enfrente. Contaba cucarachas mirando al suelo. Extraño juego para una noche de verano, pensé y la dejé ir. Me sorprendió encontrármela al día siguiente, en otra calle y a la misma hora. La niña volvió a pasar de largo hipnotizada por sus insectos. Tan absorta andaba tras su procesión de caparazones negros que a punto estuve de atropellarla la noche siguiente, cuando la niña apareció en mitad de la carretera. No volví a verla en mucho tiempo. Recorrí cien veces las mismas avenidas, inspeccioné los callejones oscuros, la busqué acurrucada entre los embalajes de cartón y ayer, por fin, respiré al descubrirla en la otra punta de la ciudad. Anochecía y ya era invierno. Tirité al reconocer su liviano vestido de mangas afaroladas. Los cabellos despeinados le ocultaban el rostro y sus piernas huesudas parecían haberse estirado cinco centímetros. Esta vez no pude resistirme. Me aposté a esperarla en una esquina y cuando pasó a mi altura, la sujeté por los hombros. —Suélteme por favor. Voy a perderlas —susurró siguiendo con la vista el último bicho que sorbía la alcantarilla. —Tranquila. No voy a hacerte nada —le dije. Su cuerpo era todavía más leve en mis manos—. Sólo quiero saber por qué persigues cucarachas. Ella me clavó sus ojos grises. Tenía las mejillas blancas y los labios transparentes. —Como en el cuento de Hansel y Gretel —contestó—. Sólo que en vez de piedrecitas blancas, puse cucarachas y ahora no encuentro el camino a casa.

[b]Primer premio:[/b]

Bruja Roja – Los fantasmas usan el baño

Los fantasmas usan el baño El fantasma es real, tan real que hace parecer a los huéspedes de casa fantasmas; tan reales que cuando no hay nadie mueve las cosas de lugar, acaricia las mascotas, se prueba la falda de la señora y fuma un cigarrillo. Tan real que tiene su propio cuarto para descansar de asustar cuando ya ha roto los nervios de todos. El fantasma es tan cierto que tiene amistades con un extraterrestre y envidia el estilo de seducir de los vampiros; tan real que la familia ya ni se molesta en fingir que no existe: cuando lo ven lo saludan prudentemente y él responde con una cortesía de principios de siglo. El fantasma es tan pero tan real, que a veces toma unos dólares de la cartera para irse de juerga fantasmal a los teatros abandonados y a los cementerios donde, mientras los otros espíritus se quejan de sus domicilios, él no tiene nada que decir y les enseña las fotos de los chicos. Tan real que a veces llega tarde a su empleo en la Corporación porque no se ha despertado temprano y encuentra el baño ocupado. Tan real que si no empieza a ayudar para los gastos de la casa, han amenazado con echarlo este mes a la calle.

[b]Mención especial del jurado:[/b]

Café aguado de Chica Pin-up

Café aguado La sirena siempre me espera con el café recién hecho. Dice que la cama es demasiado dura y que se levanta todas las mañanas con unos dolores terribles en la cola. Con ella en casa la calefacción no hace ningún efecto: hay mucha humedad y tengo frío todo el día. Pero no me quejo. Avanzada la tarde la llevo a la playa en una silla de ruedas, tapándola con una manta de cintura para abajo. Cuando llegamos dejo la silla unida a una farola por una cadena, cojo a la sirena en brazos y la llevo hasta la orilla. Me pongo en cuclillas a su lado y la aviso cuando no mira nadie. Entonces ella me da la manta y se zambulle; con la aleta me salpica. Yo permanezco ahí mirando hacia atrás de vez en cuando, vigilando la silla. Al cabo de unas dos horas veo el destello de las escamas al fondo, entonces me levanto y la espero con una toalla en una mano y la manta en la otra. A veces se olvida de quitarse la camiseta y al salir del agua la tiene pegada a los pechos, asfixiando los pezones. Se desploma en mis brazos colorada y jadeando, la siento en la silla, se duerme en el camino. Tiene tanto miedo. De pequeña la confundieron con una merluza y le clavaron un arpón. La rescaté, sé que me quiere. Le voy a comprar una cama de agua.

Sardegna, un paraìso virgen en Italia.

Autor: Olga
Fecha: 11 Jun 2007
He llegado el miércoles de la semana pasada y me he llevado una muy grata sorpresa.

Se trata de una isla bastante grande que tan sòlo cuenta con un millòn y medio de habitantes; por eso, sus parajes son vìrgenes, verdes y vivos.

[b]Cagliari[/b], la capital, està al Sur, y [b]Sassari[/b], la segunda ciudad, al norte; en la otra punta. Ambas son dignas de visita y si viajàis en coche, es muy fàcil ya que solo las separan 215 Kilòmetros.
[b]
Cagliari[/b] cuenta con infinidad de atractivos para pasar unos dìas de lo màs agradable. Museos, comercio, calles llenas de gente paseando… su arquitectura es muy ornamentada y colorida y ademàs, los precios a pie de calle son bastante accesibles en comparaciòn con otros puntos de Italia.

La playa de Cagliari se llama Poetto. Es grande, ancha, de agua transparente y mareas calmadas. Todo un ejemplo de playa mediterrànea. Hay infinidad de puestos para picar y beber algo durante el dìa y pasar una noche agradable en verano. Numerosos conciertos en plena playa son posibles gracias a estos locales. En estos pocos dìas aquì, he podido asistir a dos conciertos de reggae y uno de Jazz. Un ambiente estupendo.

Uno de los monumentos màs vistosos y céntricos es el bastione de San Remy:

Con una vista formidable de la ciudad desde arriba; es uno de los puntos de reuniòn de los jòvenes skaters y de los amantes de las terrazas al aire libre. Hay un bar precioso abierto dìa y parte de la noche.

Hay que subir algunas escaleras para llegar arriba. Para los màs perezosos hay un ascensor.

A partir de esta plaza, «Piazza Costituzione», inicia un gran paseo turìstico por el «Quartiere di castello», el barrio màs emblemàtico de Cagliari.

A la derecha, la «Passeggiata Coperta» un paseo actualmente utilizado para espectàculos y muestras artìsticas.

A la izquierda, la calle de la universidad, con el «Palazzo dell’università» al fondo, del 1605 aproximadamente:

Casi de frente, encontramos la «Torre dell’elefante»:

Torre Construida por Pisano en el 1307 bajo el proyecto del arquitecto Cagliariano Giovani Capula. Bloques de piedra blanca, 30 metros de altura para avistar al enemigo y una puerta original por la que se accedìa antiguamente a la cuidad medieval. Dentro, la estatuilla del elefante que da nombre a la torre; sobre un pedestal de 10 metros de altura.

Entrando al interno del muro medieval, encontramos a la derecha la iglesia de «San Giuseppe» y la la izquierda la calle de la «Santa Croce», con unas vistas a la cuidad increìbles. Esta iglesia fue construìda por los «spagnoli» sobre el 1661, sobre una antigua sinigoga.

Si continuamos esta calle, al final encontramos un menudo arco que nos lleva a un pòrtico que a su vez desemboca en la preciosa «Santa Marìa del monte» del 1591. Màs adelante, a la izquierda, la maravillosa Satedral de Cagliari: «Cattedrale di Santa Maria» :

Su estilo es el inconfundible romànico pisano, aunque con algunos pastiches barrocos posteriores.

En la cripta se conservan algunas reliquias.

Esto es solo la capital… imaginaos los pueblos, las playas, la gente…

Un paraìso.

Seleccionados última votación

Autor: Olga
Fecha: 8 Jun 2007
¡BRUJA, BRUJA!

Apenas prendieron las ramas bajo sus pies con una antorcha cuando empezó a gritar. El populacho observaba como las llamas empezaron a quemar los pies deformes de aquella mujer acusada de brujería y aprovechaban los momentos en que el dolor le permitía entreabrir los ojos para insultarla, mover los brazos en señal de desaprobación, tirar piedras y gritar; querían que el horrible engendro viese el odio del pueblo.
– ¡Bruja, bruja! ¡Vuelve al infierno del que has venido!
Los que llevaban niños consigo les subieron a hombros para que pudiesen ver mejor. Todos sabían que la existencia de las brujas era una superstición estúpida. Y también sabían que el resto así lo pensaba; pero era tema tabú comentarlo, por no decir peligroso. Fingían ante los vecinos a sabiendas de que estos también lo hacían. Y sufrían con el tormento de la mujer. Le había tocado a ella pero cualquier día podía ser su madre, hermana e incluso hija la que estuviese allí. ¿Cuándo acabaría esta locura? Aquella pobre anciana sólo había cometido el pecado de alimentar a un gatito negro. Al llegar el fuego al torso de la mujer, ya dejó de gritar. Supusieron que el dolor era demasiado intenso para sacar fuerza alguna. Pero ella sólo fingía; no notaba si quiera calor. Cuando acabasen con su cuerpo volvería con alguna otra forma para vengarse.

Se equivocan cuando dicen…

En la oscuridad de la noche me despierto con un terrible presagio. Te busco a tientas junto a mí, pero solo encuentro escarcha y zozobra. Ahogo un grito con la boca seca, la lengua de lija. Quiero serenarme, comprender el motivo y alcance de tu ausencia. Pero la angustia crece y se desborda en lágrimas incontenibles. Te llamo con voz quebrada. Un rumor de pisadas junto a la puerta del dormitorio me sobresalta. Seco las lágrimas y sonrío en la oscuridad. Las sábanas se levantan, destapándome unos segundos hasta que te acomodas a mi lado. Siento tu calor, tu respiración pausada y profunda, el olor de tu piel, el peso de tu cabeza en la almohada. -¿Me quieres? Y tú me respondes cuánto -eternamente-, y de qué manera -infinita-, mientras yo me acurruco en el hueco de tu axila y te susurro, cómplice: -¿Ves? Se equivocan cuando dicen que estás muerto.

JUNTOS PARA SIEMPRE

Me enamoré de sus ojos almendrados y marrones, de su boca tan delicadamente perfilada que no parecía real, de sus pómulos salientes y de su barbilla ya varonil a pesar de que no debía de estar más allá de su cuarto lustro de vida. Apreté su torso sobre mi pecho y noté aquello de lo que yo carecía. Sus brazos caían a los laterales como carentes de vida, pero su corazón palpitaba. No hay amor más grande que la promesa de estar juntos para siempre. Y siempre significa superar las barreras de la perversa muerte. Aparté mis cabellos rubios hacia atrás y dejé que mis colmillos crecieran a la luz de la luna llena. Cuando mordí sobre su cuello y me alimenté de su líquido rojo dándole la vida eterna, supe que no podía haber demostrado mi amor con mayor sinceridad. Ahora era mío y yo suya. Para siempre.

Las cartas del tarot nunca mienten.

No estaba segura que era favorable lo que me había dicho. Le pedí que las leyera otra vez. -Yo ya hice mi trabajo. Debes pagarme- me dijo la mujer que había tirado las cartas Me sentía enfurecida y deprimida. Mala mezcla para mi carácter. -¡Necesito que me confirmes que este hombre solo me quiere a mi!- grité… para luego suplicar. -Por favor. Es necesario que me tires las cartas nuevamente. Te pago el triple- Dio resultado. Volvió a poner las seis cartas en cruz. La mire desesperada. Quería saber toda la verdad sobre Davor. Necesitaba escuchar que sería mío definitivamente. Paseo la vista por cada una de las cartas. Se detuvo en la imagen del colgado que había sobre un costado. “¿Qué estará suspendido?”- pensé sin decirle nada. Comenzó a temblar. A pestañear. Como si sintiera miedo- “¿Será tan terrible la profecía?”- me pregunté -Y… ¿que ves?- le dije ansiosa. Sin contestarme saco cuatro cartas de arriba del mazo y las encolumno a la derecha. La última casi se le cae de la mano al pararse de súbito. Era la muerte. Me di cuenta que quería escapar. La tome de la muñeca. Me miro espantada. -Es verdad. Sabes leer las cartas. Él me lo había dicho- le dije sin soltarla. Su cara denotó terror mientras miraba el arma en mi otra mano. El almohadón de la silla en que me encontraba sentada me sirvió para amortiguar el ruido. Igual el sonido apagado del disparo por los paseantes en la feria. La bala fue al pecho. Acabé para siempre con mi contrincante. Davor sería, a partir de allí, solo mío.

LA TARDE CON ELLA

Pasó la tarde con ella. Pasearon de la mano por un parque solitario. Se tumbaron a la sombra de una acacia, contemplando entre las hojas el cielo luminoso. Él habló. Habló durante mucho tiempo. Ella sólo sonreía, le miraba y sonreía, y suspiraba, y entrecerraba los ojos, transparentes como el agua. Cuando el sol empezó a declinar, él se levantó, despacio, muy despacio, como retornando de un sueño. Rehizo el camino, cortó una flor, y besándola suavemente, la depositó sobre su sepultura.

Seleccionados 3ª votación.

Autor: Olga
Fecha: 4 Jun 2007
La nevera
Autora Titania

TITANIA —La nevera llora—, dijo la Nenita y tiró de la sábana—, gimotea como Rober cuando le quitaba la pelota en el parque. Su mamá se desperezó un poco desorientada. Encendió la lámpara de la mesilla y guiñó los ojos. Forzó una sonrisa y le revolvió la melena ondulada. —Vamos a ver ese frigorífico llorón—. Cogió su manita y las dos, con los mismos patucos a rayas verdes, caminaron por el pasillo. Al pasar por el cuarto de baño se escuchó un quejido suave como el ladrido de un cachorro. La mamá se detuvo. — ¿Ves como llora? A lo mejor tenemos que arroparla porque siempre tiene frío, mami—. Su hija tiró de ella para que siguieran avanzando. La mujer tragó saliva y se movió. Sentía los pies fríos a pesar de los calcetines de lana. Puso la mano en el tirador y otro lamento se coló entre las bisagras. Antes de que pudiera impedirlo, la niña empujó la puerta. La luz de las farolas de la urbanización se filtraba por la ventana e iluminaba la puerta gris metalizada de la nevera. — ¿Qué te pasa bonita por que lloras?— Preguntó la Nenita al refrigerador. Acarició la parte lisa del electrodoméstico que quedaba libre de dibujos e imanes. Al retirarla, se cayó al suelo la vaca magnética de Cantabria. Sujeto por la punta del teléfono de Telepizza quedó colgada la foto de un niño con flequillo rizado sujetando un balón bajo el brazo. La Nenita se puso de puntillas y despegó el retrato. — Me la quedo que desde que Rober se fue al cielo no le he vuelto a ver. Los ojos de su mamá brillaban como los de un gato en medio de la noche. Sintió los dedos de los pies calentitos. La nevera no volvió a llorar.

Molinos de viento
Autora: Peter Punk

En las noches de viento, los habitantes de Molinos meten a los niños en el armario, en la maleta o debajo de la cama. Cuentan que hace algunos años, una niña del pueblo se quedó jugando en la calle hasta la madrugada. Era una noche de mucho viento. Y se durmió. En Molinos, el viento suena como el suave susurro de una canción de cuna. Y sus habitantes tienen miedo de que a sus hijos les pase como a Silvia. Cuando a la mañana siguiente despertó de su sueño, el viento se le había metido por las venas. Y Silvia ya nunca fue la misma. Era ligera como una pluma y la menor ráfaga de viento se la llevaba consigo. Se metía piedras en los bolsillos. Era silenciosa. No jugaba con los otros niños. Se la veía siempre en compañía de los más ancianos del pueblo. Les cogía de la mano. Con ellos parecía sentirse segura. No era el peso del cuerpo, sino el peso de los años lo que combatía mejor aquella rebelde enfermedad del vuelo. Se le dibujaba una sonrisa de serenidad en la cara cuando veía girar los molinos en el páramo. Algunos decían que era deficiente. Que aquella sonrisa era una sonrisa boba y vacía. Que la canción que tocaba el viento por las noches era algo así como un canto de sirenas. Un día la niña desapareció. Eran días de fuerte ventisca y muchos peregrinos se habían alojado en el albergue. Es allí donde escuché la historia de Silvia. Se fue volando- decían unos. Otros argumentaban que la niña es sólo un fantasma en la imaginación de los más viejos. Que se la inventaron, porque se sentían solos.

S O L A
Autora:Haiya

Siempre está presente, a veces a su lado, atrás, enfrente, no lo puede ver pero es perceptible su presencia. Le platica todo lo que hizo en el día y el sutil movimiento de la cortina le conforta pues se siente acompañada y escuchada. Hoy llegó a las ocho, dos horas después de lo acostumbrado, llegó sonriente y ensimismada y al momento de entrar, las cortinas se movieron con fuerza como exigiendo una explicación por la tardanza y por el silencio. Ella fue hacia la ventana y la cerró pensando que ya no necesitaba aferrarse a algo que se inventó para llenar sus espacios y su soledad, ahora ya tenía a alguien de verdad. Cuando la lámpara que colgaba encima de la mesa se empezó a balancear y a parpadear su luz no hizo el menor caso y caminó al baño. Necesitaba estar bajo el agua para repasar en su mente los momentos vividos, todos ellos experiencias nuevas. Cuando entró en la regadera y sintió el agua en su cuerpo-ahora-nuevo, cerró sus ojos sonriendo y no se percató que la luz se apagó. La encontraron colgada de la ventana con una cortina; decían las vecinas y quienes la conocían -pobre, estaba tan sola.

Volver a verte
Autora: Lorena San Millán

Ayer te vi. Iba en mi coche, tú caminabas por la calle. Me pasé en ámbar por seguir tus pasos. Una mezcla violenta de miedo, desconcierto y alegría se alojó en mi pecho. Se me llenaron los ojos de lágrimas y la garganta de silencio. Toda saliva se fue de mi boca y todo aliento abandonó mis pulmones. Llevabas la misma ropa con la que te vi por última vez, ese, tu uniforme de guapo, como tú le decías. Entraste a una zapatería ¿Tú, comprando zapatos? Me estacioné para no perder detalle de tus movimientos. Pensé que te había confundido con alguien más, pero el tic que aparece en tu mejilla cuando gastas dinero en cosas innecesarias, tacaño irredimible, me confirmó que eras tú. El momento ameritaba un cigarro. Busqué en mi bolsa, desviando la mirada de tu figura. Al volver la vista a la tienda, ya no estabas. Pregunté por ti, dijeron que no esperaste ni la feria y que aunque parecía que tus pies eran más grandes pediste un número más chico y te quedó perfecto. Me indicaron por donde te fuiste. Di varias vueltas a la manzana pero no pude encontrarte. Tal vez tomaste el primer taxi que viste. Tal vez cruzaste la calle. Un encuentro común, nada digno de comentarse. Te veo, te pierdo de vista y de ello no hay nada rescatable. Así es y así sería, si no fuera porque hace un año, cubierto de nardos, en aquel cementerio te dijimos adiós, enterrándote descalzo.

Sin título 2
Autora: Martika

Muchas veces había deseado, luego de escuchar pacientemente el cuento de Pinocho, que su muñeca de rizos rubios fuese tocada por una varita mágica. Todas las noches invocaba hadas a montones, madrinas y no madrinas, bondadosas y malditas, ya no le importaba llevar a cabo un pacto con alguna deidad oscura, solo quería que su muñeca, por fin, le hablase. Una madrugada, estando profundamente dormida, el espejo se licuó y de su interior emergió un pequeño basilisco. En medio de la penumbra, se dirigió hacia la cama en la que la niña dormía abrazada a su muñeca, asegurándose primero que los ojos de la misma estuviesen cerrados, pues la visión de su mirada resultaría mortífera. Luego observó a la muñeca y pensó que los ruegos de la pequeña debían ser escuchados. Recordó un conjuro tan antiguo como su mito y al pronunciarlo la muñeca emitió un bostezo. Confundida, comenzó a mirar en derredor. De pronto, en un súbito espasmo, descubrió los diminutos ojos del basilisco que la observaban con satisfacción. En el preciso momento en que sus miradas se encontraron, la muñeca cayo presa del sortilegio, muriendo sin más testigos que su propio creador.

Relatos seleccionados de la segunda votación.

Autor: Olga
Fecha: 1 Jun 2007
INICIACIÓN
Autora: Rupi

Todo estaba oscuro a su alrededor. Permanecía en silencio, con la respiración entrecortada, casi asfixiada, intentando esconderse de aquel rumor que la perseguía sin tregua. Estaban en la misma estancia de la casa, lo presentía. Vagaba por su alrededor en un aliento frío que helaba los huesos, la buscaba entre las tinieblas y el humo de las velas recién apagadas. Su cuerpo joven se estremecía a cada susurro, y sus ojos buscaban en vano a la presencia que la acechaba. Sabía que aquel era su camino, había encontrado su don, sólo debía aprender a utilizarlo, a valerse de él para ayudar a los que la necesitaban, y a sí misma. Pero era una labor difícil. No acababa de acostumbrarse a las sombras que la despertaban en mitad de la noche, a los sonidos que venían de ninguna parte, a los pasos que ascendían los peldaños de las escaleras viejas del pasillo, haciendo crujir los tablones y provocando en ella temblores escalofriantes en mitad de una habitación solitaria. Era algo que debía hacer sola. Ahora se veía rodeada de libros antiguos, algunos escritos en latín, y de iconos y símbolos que pertenecían a alguna religión pagana. Devoraba las líneas y párrafos en busca de algo desconocido, de soluciones para su insomnio pavoroso, y se dejó cautivar por leyendas y fabulosas historias, por los pasos a seguir en un ritual, por el tarot, por los utensilios embaucadores con los que deseaba hacerse, con miles de velas, conjuros… Deseaba formar parte de él, conocer su poder, descubrir los secretos… Y sin embargo, la sombra que se adentraba en su alcoba, la hacía esconderse como una niña miedosa que ansiaba despertar de tan temida pesadilla.

Sin título 2
Autora: Morsopo

El jueves pasado tropecé con un fantasma. Mis ojos saltaron de sus órbitas,los pelos se me pusieron de punta, la sangre se heló en mis venas, la piel se me puso de gallina y quedé tan blanca como un papel. Es decir que adquirí el aspecto de un enorme y exangüe puerco espín con ojos de camaleón, al que se le adivinaba todo el entramado de su sistema circulatorio. Es perfectamente comprensible que el fantasma huyera despavorido.

CUCARACHAS
Autora: marcovaldo

Una niña atravesó la acera de enfrente. Contaba cucarachas mirando al suelo. Extraño juego para una noche de verano, pensé y la dejé ir. Me sorprendió encontrármela al día siguiente, en otra calle y a la misma hora. La niña volvió a pasar de largo hipnotizada por sus insectos. Tan absorta andaba tras su procesión de caparazones negros que a punto estuve de atropellarla la noche siguiente, cuando la niña apareció en mitad de la carretera. No volví a verla en mucho tiempo. Recorrí cien veces las mismas avenidas, inspeccioné los callejones oscuros, la busqué acurrucada entre los embalajes de cartón y ayer, por fin, respiré al descubrirla en la otra punta de la ciudad. Anochecía y ya era invierno. Tirité al reconocer su liviano vestido de mangas afaroladas. Los cabellos despeinados le ocultaban el rostro y sus piernas huesudas parecían haberse estirado cinco centímetros. Esta vez no pude resistirme. Me aposté a esperarla en una esquina y cuando pasó a mi altura, la sujeté por los hombros. —Suélteme por favor. Voy a perderlas —susurró siguiendo con la vista el último bicho que sorbía la alcantarilla. —Tranquila. No voy a hacerte nada —le dije. Su cuerpo era todavía más leve en mis manos—. Sólo quiero saber por qué persigues cucarachas. Ella me clavó sus ojos grises. Tenía las mejillas blancas y los labios transparentes. —Como en el cuento de Hansel y Gretel —contestó—. Sólo que en vez de piedrecitas blancas, puse cucarachas y ahora no encuentro el camino a casa.

LOS FANTASMAS USAN EL BAÑO
Autora: Bruja Roja

El fantasma es real, tan real que hace parecer a los huéspedes de casa fantasmas; tan reales que cuando no hay nadie mueve las cosas de lugar, acaricia las mascotas, se prueba la falda de la señora y fuma un cigarrillo. Tan real que tiene su propio cuarto para descansar de asustar cuando ya ha roto los nervios de todos. El fantasma es tan cierto que tiene amistades con un extraterrestre y envidia el estilo de seducir de los vampiros; tan real que la familia ya ni se molesta en fingir que no existe: cuando lo ven lo saludan prudentemente y él responde con una cortesía de principios de siglo. El fantasma es tan pero tan real, que a veces toma unos dólares de la cartera para irse de juerga fantasmal a los teatros abandonados y a los cementerios donde, mientras los otros espíritus se quejan de sus domicilios, él no tiene nada que decir y les enseña las fotos de los chicos. Tan real que a veces llega tarde a su empleo en la Corporación porque no se ha despertado temprano y encuentra el baño ocupado. Tan real que si no empieza a ayudar para los gastos de la casa, han amenazado con echarlo este mes a la calle.

OJOS NEGROS
Lisístrata

Madame Laurentine me dijo el jueves pasado que hoy conocería al hombre de mis sueños. Yo confío en ella porque siempre acierta en sus predicciones. Es por eso que pasé la semana soñando con un guapo muchacho de ojos oscuros que me colmaba la vida y las carencias. Y tal como me fue predicho, hoy ha sido el gran día en que lo conocí. Me caí por la ventana mientras alargaba la vista siguiendo una figura que se le parecía, y mi cabeza se tropezó casualmente con el asfalto. Cuando he despertado lo vi ante mí como una maravillosa aparición. Sus ojos negros me recorrieron deteniéndose en cada uno de mis rasgos, me ha dicho “volveré”, y luego se ha ido por los pasillos poniendo orden aquí y allá. Es guapo mi sepulturero. ¿Estará casado?

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