El maquillaje es algo que siempre ha atraído a las niñas, las cuales, con el paso del tiempo se convierten en mujeres y esa atracción se convierte en un motivo todavía más interesante en el mundo de la cosmética.
En la cultura occidental, se necesita estar guapa para salir de fiesta, ir a trabajar, en ocasiones especiales…hemos de deslumbrar en cualquier momento que estemos en sociedad.
El maquillaje nació para la necesidad de destacar las facciones del rostro, para atraer al sexo opuesto, es una forma de seducción, una forma de embellecer los rasgos más bonitos y ocultar los menos atractivos.
Todo empezó en Egipto, en donde hombres y mujeres se maquillaban. En esta cultura, lo que más se destacaba eran los ojos, los alineaban perfectamente a base de tierra, tinta y ceniza. En los labios se aplicaba óxido de hierro y ocre rojo. Con el tiempo comenzaron a usar el antimonio rojo.
Las sombras comenzaron a fabricarlas con piedras y minerales pulverizados, algo que les caracterizaba por su color turquesa.
Poco a poco, el maquillaje se fue perfeccionando. Grecia y Roma intentaban blanquear la piel a base de harina, yeso, tiza… pero algunos productos que utilizaban resultaban tóxicos y oscurecían la piel al recibir los rayos del sol. El rímel, era toda una artesanía, este se conseguía con huevos de hormiga y moscas machacadas.
Finalmente en 1913, la química, consiguió el rímel actual. T. L. Williams, lo fabricó para su hermana y lo comercializó a través de la firma Maybelline.
Gracias a Dios, los maquillajes se han ido perfeccionando, hasta el punto de ser beneficiosos.
Fuente: wanadoo