Seguiremos hablando de las características principales de la dieta alcalina.
La acidez y la alcalinidad son conceptos químicos, ambos aspectos se determinan mediante la escala del pH, brindándole un valor que va del 0 al 14. Aquellas sustancias que tienen valores inferiores a los 7 están consideradas como ácidas y las que superan los 7 como alcalinas.
Normalmente caemos en errores como pensar que el limón, por su sabor, es un alimento ácido, pero en realidad es alcalino, esto se debe a que el pH en los alimentos es determinado según los resultados que provoca después que el organismo los metaboliza. Además de conocer el nivel de pH, para que la dieta alcalina sea efectiva, debemos conocer el origen del alimento, la manera en que su cultivo o procesó y la manera en que fue cocido.
Si bien es cierto que el organismo se encarga de manera natural de regular el pH de la sangre, si ingerimos muchos elementos ácidos en nuestro sistema es posible que tengamos un desajuste. Este equilibrio podría volvernos más propensos a contraer resfríos, alergias y sinucitis.
Entre los alimentos ácidos encontramos la harina de trigo, harina de arroz, harinas blancas, pan, pastas, galletas, mariscos, carne de ternera, carne de cerdo, salsas (mayonesa, ketchup, mostaza), bebidas alcohólicas, leche desnatada, café, té, mate, chocolate.
Alimentos alcalinos: espinacas crudas, remolacha, cerezas, lentejas, perejil, apio, ajo, avellanas, castañas, aceitunas, manzana, tofu, peras, dátiles.
Pensemos que la dieta alcalina es muy restrictiva y carente de cualquier fundamento científico. Si piensas llevarla adelante recuerda siempre consultar con un médico. Ten en cuenta que el pH del organismo se tiene que mantener entre 7,35 y 7,45 para mantener la salud, es el organismo el que se encarga de mantenerlo en esos niveles, sin que influya lo que bebamos y lo que comamos.