Yo soy Bea

 

 El cuento “El patito feo” de Andersen triunfa en televisión con la telenovela “Yo soy Bea”.
Hace un tiempo tuvimos la oportunidad de ver en nuestras pantallas «Yo soy Betty, la fea», la telenovela original, de nacionalidad colombiana y de éxito internacional, sobre la que, con títulos diferentes, se hicieron versiones en varios países del mundo.


Una chica de condición humilde y poco agraciada físicamente entra a trabajar en una potente empresa, en la que demuestra sus excelentes cualidades humanas y profesionales. Es allí en donde se desarrolla la mayor parte de la serie y en donde Bea se enamora de su jefe y sufre las humillaciones de algunas personas que la atacan por su aspecto físico.
¿En qué radica el éxito de esta telenovela?. ¿Tal vez en que volvemos a revivir la infancia con los cuentos de hadas o precisamente en la metáfora que ese cuento encierra?
En una sociedad en la que nos bombardean constantemente con la belleza, como algo esencial e imprescindible para triunfar como persona en todos sus aspectos, es hora de que pongamos de relieve los auténticos valores: la bondad, generosidad, lealtad, responsabilidad, la defensa de los principios, el esfuerzo, el trabajo, la solidaridad…
Vivimos en una sociedad llena de contradicciones en la que, por una parte, se habla de la educación como uno de los pilares fundamentales para inculcar esos valores, necesarios para el individuo y para su convivencia con los demás, y por otra, a través de medios tan importantes como son los medios de comunicación, con los anuncios, películas y otra serie de recursos, nos meten por los ojos todo lo contrario. Y si no, ¿qué decir de los productos de belleza, métodos de adelgazamiento, coches con mujeres despampanantes, etc, etc…? Lo mismo se puede predicar respecto a otras facetas: a los niños y jóvenes se les muestran video-juegos realmente agresivos, por ejemplo. Y se detecta cada vez mayor violencia. ¿Por qué siguen entonces en la misma línea?, ¿gana el consumismo al sentido común?
Una telenovela, a primera vista simple y romántica, puede hacernos reflexionar sobre todo esto. Lo malo es que me temo que el final hará primar de nuevo lo superfluo, con la conversión del patito feo en un bello cisne.

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