Cine y teatro

Estreno mundial de Eclipse

El pasado día 24 se celebró en Los Ángeles el estreno mundial de Eclipse, la tercera película de la saga Crepúsculo. Ha sido tan esperada, que miles de fans acamparon desde días antes del Teatro Nokia, donde se celebraba el evento, guardando el sitio para poder ver a sus vampiros favoritos. Durante tres horas posaron los protagonistas de la película

Coco avant Chanel

Con gran espectativa se fue estrenando desde  mayo y meses siguientes el film de Anne Fontaine, «Coco Avant Chanel», adaptación de la biografía escrita por Edmonde Charles-Roux, «L´irréguliere» sobre Gabrielle Chanel. Coco Avant Chanel muestra a la mujer detrás del ícono, básicamente no es una película sobre «la diseñadora de moda» sino de la persona y como revirtió las carencias

Carmen de Lirio. Memorias.

Carmen de Lirio, la mítica vedette del Paralelo de los años 50 y 60, presenta su libro de memorias Carmen de Lirio, el proximo martes, 2 de diciembre, a las 19 horas, en El Corte Inglés de Portal del Angel, en Barcelona. En el libro, escrito por ella misma y con fotografías inéditas, Carmen nos cuenta su vida y sus

Próximo taller de cuenta cuentos: 8 y 9 de Noviembre de 2008 en Madrid

 Para todos aquellos que quieren tener un primer contacto con el mágico mundo de la narracion oral y los cuentos.Todos llevamos dentro un narrador, cuenta cuentos, juglar, cuentero, charlatan, orador… Nosotros te ayudamos a descubrirlo. Son talleres de iniciación, no hace falta experiencia previa, sólo ganas de participar. Si te gustan los cuentos, los monólogos… sabes que tienes algo dentro

«En la cama», donde en una noche pueden pasar tantas cosas…

“Fuiste mi recreo antes del resto de mi vida, fui tu aventura antes de tu viaje”. Esa frase, con su mezcla de picardía y desilusión, define mucho de las sensaciones y los sentimientos de los protagonistas de “En la cama”: una historia ocasional, una pareja que se va conociendo al mismo tiempo que se deja conocer por el público, episodios

LAS BRUJAS DE SALEM

Autor: gloria
Fecha: 15 Sep 2007
Los habitantes de Salem (hoy llamada Danvers), una pequeña población a 25 kms. de Boston, de religión mayoritariamente puritana, creían en la existencia del Diablo, los demonios y las brujas tanto como en la de Dios, los ángeles y los santos, y estaban convencidos de que las fuerzas del mal se hallaban presentes en la tierra y perseguían la destrucción del estado puritano. Además, estaban sometidos a una gran presión: Habían sufrido una mortal epidemia de viruela, temían un ataque de las tribus indias –en pie de guerra en la región- y se disputaban entre sí las tierras más protegidas y fértiles a raíz de un crecimiento demográfico que estaba reduciendo los patrimonios familiares.

Para colmo, la población se hallaba dividida a causa de la ambición personal del reverendo Samuel Parris, un clérigo llegado a Salem Village a finales de 1689 procedente de Boston donde, un año antes (1688), se había producido otro espectacular caso de brujería que difundió los síntomas que podían revestir las posesiones diabólicas. Dos años después, pretendió convertirse en el párroco titular de la aldea (lo que incrementaría su sueldo), por lo que algunos feligreses dejaron de contribuir a su manutención, mientras que otros, encantados con su rigidez puritana, le apoyaban vivamente.

Fueron precisamente su hija y su sobrina, Bety y Abigail, dos niñas de 9 y 11 años, las primeras en presentar los síntomas de histeria que después se extendieron como una mancha de aceite y llegaron a afectar hasta a 15 muchachas. Como detrás de toda brujería tenía que haber una bruja, las niñas acusaron en un primer momento a una esclava caribeña del reverendo Parris llamada Tituba que, para entretenerlas, leía en las claras de huevo para ver quién sería su futuro marido. Fue detenida, encarcelada y torturada y no tardó en admitir su culpa (lo que la libró de la horca). A continuación las niñas acusaron a Sarah Good y Sarah Osborne, dos mujeres pobres y de mal carácter, que nunca iban a la iglesia, que también fueron arrestadas e interrogadas.

Durante la primavera, las niñas no dejaron de denunciar a vecinos. Se trataba generalmente de gente indefensa o que despertaba antipatía en el resto de la comunidad. Sin embargo, con el correr de las semanas a esta clase de víctimas se sumaron otras. Desde simples niñas (como Dorothy, la hija de Sarah Good, de apenas cuatro años) a personas de reputación intachable (incluyendo a clérigos o a descendientes de los “padres peregrinos” del Mayflower), aunque en éstas se podía reconocer un denominador común: sus conflictos con las acusadoras o con sus familias, todas ellas pertenecientes al circulo de influencia del reverendo Parris.

Ante el escándalo provocado por el aumento del número de encarcelados (que llegaron a rozar los dos centenares), el prestigio cívico de muchos de ellos y las contradicciones entre las jóvenes denunciantes, el gobernador de Massachussetts instituyó un tribunal especial compuesto por siete jueces que aceptó como pruebas las llamadas “evidencias espectrales”, es decir, la convicción de que los acusados,gracias a un pacto con el Diablo, actuaban contra las niñas a través de sus espíritus aunque se encontraran a Kms de distancia.

Este y otros defectos judiciales condujeron a un terrible resultado: Se ejecutó en la horca a 14 mujeres y 6 hombres, sin contar a los que murieron en la cárcel, entre ellos la pequeña Dorothy Good o Giles Corey, un viejo granjero que se negó a confesar hechicerías pese al tormento, por lo que el tribunal ordenó aplicar al anciano una “pena dura y fuerte”: Se le colocaron piedras cada vez más pesadas sobre el pecho durante dos días hasta que murió literalmente aplastado.

Al final se impuso el sentido común. En el otoño de ese nefasto año, el gobernador de Massachussetts decretó que las evidencias espectrales no podían aceptarse como prueba, disolvió la corte local y mandó liberar a buena parte de los procesados. También nombró un tribunal superior que para comienzos de 1693 había excarcelado al resto de los imputados, acabando así con la caza de brujas.

Sin embargo, pasaron décadas y incluso siglos antes de que pudieran repararse algunos de los daños causados. Aunque algunos presos salvaron la vida, perdieron sus propiedades y las cantidades que se les abonaron como compensación material y moral fueron irrisorias. De hecho, hubo que esperar hasta el año 2001 para que los descendientes de seis ajusticiados obtuvieran una disculpa en toda regla por parte de las autoridades de Massachussets.

Algunos historiadores atribuyen esta histeria colectiva al consumo de centeno enmohecido (que tiene efectos similares al LSD), a secuelas mentales de la viruela o que las niñas poseídas padecían el síndrome de Huntington (un desorden neurológico que se ha detectado por ADN entre los puritanos de la época), aunque lo mas probable es que se tratara de un cóctel fatal de intereses creados, injusticias sociales, incertidumbre política e intolerancia religiosa, tal vez acompañado por los problemas clínicos o psicológicos de algunos.

En todo caso, el episodio da pie, en la lectura hecha por Miller, a una reflexión sobre la justicia y la condición humana: Hacia el final de la obra te das cuenta de que el tribunal es el único que cree que el Diablo ha puesto el pie en el pueblo; los demás siguen la corriente por avaricia, envidia, odio o, simplemente, por temor a ser los siquientes de la lista…

Los girasoles ciegos: la película

Dirigida por José Luis Cuerda y protagonizada por Maribel Verdú, Javier Cámara y Raúl Arévalo, «Los girasoles ciegos» narra el drama que viven varios personajes amenazados por la represión de los primeros momentos de la dictadura franquista. Elena (Maribel Verdú) está casada con Ricardo (Javier Cámara), que vive escondido debido a la persecución ideológica a la que se ve sometido

Unas frases bien hechas, por favor

Autor: Esopo
Fecha: 9 Dic 2007
Paquita era una pimpolla que resucitaba a un muerto. No es por echarme flores, pero desde que llegó al pueblo decían que bebía los vientos por mí, vamos que la tenía en el bote. Yo, que nunca fui un Adonis, me dije: Ramiro, Ramiro, ándate con ojo, que aquí hay gato encerrado. Era tan guapa y tan joven… Por supuesto, hubo alguno con muy mala baba que dijo “a la vejez viruelas”, pero yo hice oídos sordos y seguí defendiendo mi relación a capa y espada. ¡Qué tiempos! Recuerdo que nos íbamos de parranda un día sí y otro también. Acababa hecho un trapo; no tenía el cuerpo para esos trotes. No obstante, continuamos erre que erre. Luego, solíamos pelar la pava en el portal de mi casa. En fin, ella decía que quería seguir mocita hasta el casorio. Pero después de dos años de esta guisa se me hincharon las narices y le dejé las cosas claras y el chocolate espeso. -Mira Paquita o nos casamos o te vas a hacer puñetas- Se puso más suave que un guante. Nos casamos. Y llegó la noche de bodas. Por fin, cuando todo estaba saliendo a pedir de boca y yo estaba más caliente que el palo de un churrero, le metí mano y… me di cuenta de que Paquita tenía un soldado, qué digo, un capitán general, que ganaba todas las batallas de sus noches en vela.

Aquel día tomé las de Villadiego y me marché de allí como alma que lleva el diablo. Desde entonces ando con la mosca detrás de la oreja, no pongo la mano en el fuego por nadie y antes de que me den gato por liebre, me apunto al sacerdocio”

Esta historia –que podía ocurrirle a cualquiera- más que relato podría ser una resurrección del lenguaje popular. Sí amigos porque con tanto i-pod, mms, dvdix y sobretodo “no tng sald”, nuestras frases hechas y nuestro español de toda la vida se está empobreciendo, empequeñeciendo y yo no sé si acabará por difuminarse entre los velos de la globalización.
Haced la prueba y escuchad una mañana cualquiera cómo hablamos. Con seguridad estaréis rodeados de “emails”,chats, messengers y pdas. Además de la sustitución de vocablos españoles por anglicismos, nuestra lengua está menguando por la pérdida de las buenas formas. Por ejemplo, si no podemos pasar por un pasillo repleto de gente, con un empujón o un ¿puedo? dicho con un tono agresivo todo solucionado. Eso de ¿me permite pasar, por favor? uff, es demasiado largo. Cuando nos marchamos de un lugar conocido decimos el consabido “chao” y ya es un esfuerzo, o un “aesta lugo” ya que la “e” casi no se oye. Luego están los que ni se despiden. Yo propongo desenterrar el maravilloso “vaya usted con Dios” sustituible por Alá, Buda o lo que se tercie. En fin, antes de alterarnos más de lo debido, analicemos el porque de esta miseria que nos rodea.

Si comenzamos por citar el excesivo uso de anglicismos, echarle la culpa de todo a la tecnología es lo más fácil. Los aparatos sugieren pero no imponen el nombre con el que debemos llamarlos. Así si recibimos un “email” deberíamos hacer un esfuerzo –no tan ímprobo- de cambiarlo por “correo” que es la traducción correcta. El famoso “emilio” por muy gracioso que nos resulte, no es la solución.

En cuanto a las “abreviaturas inventadas” hay que decir que se llevan la palma los mensajes de texto de los móviles. Claro, como debemos pagar más por cada carácter que sobrepase un mensaje entonces acudimos a expresiones como “qtal”, (qué tal) “xq” (porque), “cm” (como) “tb” (también) para economizar y poder enviar más información. Dicen por ahí que esta costumbre es propia de los adolescentes pero yo ya he visto algún cincuentón rejuvenecer con el “xq no viens”. A propósito de jovenzuelos, si por escrito “economizan”, cuando hablan son la repanocha pero aquí voy a romper una lanza por ellos. En general, frases como “estás rayao”, “el insti”, “estar petao”, son propias de los muchachos de quince, o diecisiete años. Podemos decir que hablan así porque “es la moda” o por vaguería pero yo me arriesgo a asegurar que lo hacen por ser aceptados en el grupo, ya que compartir expresiones une mucho, como utilizar la misma indumentaria, beber y fumar para “no ser distinto”. En este caso el lenguaje se convierte en una cuestión social de vital importancia pues supone estar dentro o fuera de un colectivo. Por otro lado, la teoría nos dice que su vocabulario está en relación con su nivel socio económico y geográfico. Pongamos por ejemplo Madrid ¿quién habla mejor: un chico del sur o un chico del norte? Por cierto, ¿qué es hablar mejor? no comerse las desinencias en –ado, -ido, no decir tacos, usar latinismos, no inventar abreviaturas, citar a Quevedo, vocalizar, no comerse las eses finales, diferenciar la “ll” de la “y”, saber utilizar las perífrasis.. Seguro que aquí más de uno ha colocado la palabra “pijo” o “barriobajero” en función de si cumplen o no estos requisitos. Entonces ¿quién habla mejor Tamara Falcó o Belén Esteban? ¿el fallecido Fernán Gómez o el Luismi de Aida? … Parece fácil la respuesta pero yo no lo veo tan claro. Unos tienen más “carrera” y otros más “calle” y esa circunstancia les hace tener registros diferentes pero no son mejores ni peores: ambos son correctos dentro de su parcela, de su argot. Por eso yo prefiero preguntarme “quien tiene más riqueza del lenguaje” en lugar de “quien habla mejor”. Así, a más registros dominas más rico eres en lenguaje. Imaginad a el Luismi hablando con Marichalar y a la Preysler con la Esteban. ¿Cómico? Por supuesto, pero también rico y con fundamento: Sería un intercambio maravilloso de vocabulario y expresiones. Y creedme, aprenderían todos de todos.

Ya solo nos queda colocar al pobre Ramiro y sus frases hechas en alguna parte, y ver porqué se está perdiendo esta forma de hablar. No sé a qué clase social pertenece Ramiro. Os habréis adelantado a decir que es un “hombre de barrio” pero esa idea es algo arriesgada. Muchos dichos se han forjado en las clases altas. Por ejemplo: la expresión “dar un guantazo” -que nos puede parecer tan “barriobajera”- se la debemos a la nobleza. Cuando querían retar a un caballero usaban sus guantes abofetearle. “Le ha dado con el guante, le ha dado un guantazo”. Así que los que no quieren usar estas expresiones porque las consideran burdas o bastas, deberían reflexionar. (Otro debate sería el porqué hay que avergonzarse de ser de una clase baja o de «un barrio bajo») Luego están los que las consideran “expresiones de viejos” y por lo tanto no encajan en su argot juvenil. ¿Qué hacer con ellos? Tan sólo transmitirles que hay otras formas de expresar lo mismo y que cuando se envían mss aunque no le crean “también pelan la pava”. Cuando salen los sábados por la noche “se van de parranda” y cuando piensan que están enamorados “beben los vientos” por alguien…
En definitiva tal vez estemos a tiempo de recuperar estos dichos. Yo los no coloco en “vulgares” o “anticuados” si no en un trozo de historia y cultura que debemos esforzarnos por recuperar.

A todos los profesores de español y lengua que arriman el hombro y echan una mano en esta tarea. Va por ustedes. Valéis un Potosí.

Robert Wagner habla de la muerte de Natalie Wood

El actor Robert Wagner, que durante casi tres décadas ha evitado hablar de la muerte de la que fue su mujer, la famosa actriz Natalie Wood -protagonista de clásicos como Rebelde sin causa, Esplendor en la hierba o West Side History-, ha roto su silencio en su autobiografía, Pieces of my heart (Pedazos de mi corazón), esperando así disipar los

Literatura y Cine / Cine y Literatura

Autor: isabel
Fecha: 5 Abr 2007
La fascinación que ejerce sobre nosotros una buena novela podemos compararla a la que siente el arqueólogo al encontrar un fragmento de cerámica. A partir de él puede imaginar una totalidad.

Cuando esa historia es trasladada a la pantalla puede no ser la imaginada por nosotros o puede completar lo leído y a veces mejorarlo.

Buscar la geografía íntima de Virginia Wolf, después de leer su novela Orlando, es un acicate que nos puede llevar a visionar la película. La casa de 365 habitaciones de Orlando no es otra que Knole, la mansión familiar de Vitoria (Vita) Sackville-West, poetisa y cómplice de la novelista. A ella dedicó su libro Virginia y en sus páginas recrea la historia de esta mujer, sus ancestros y su personalidad.

Vita se casó en Knole con Harol Nicolson, con quien compartiría 50 años de un matrimonio cómplice, ambos homosexuales. Pero hubo de abandonar la mansión familiar por lo que ella con sorna definía como un “fallo técnico”. Al morir su padre, la herencia de la propiedad continuó por línea masculina. Y Knole pasó a manos de su tío. Virginia en su novela hace regresar a su personaje a la casa, era una manera de desagraviar a su amiga.

Orlando, es la historia de un ser andrógino, que nace niño y tras diversos sufrimientos se convierte en mujer. Alter ego de su amiga Vita, que se nos presenta a través del personaje como un ser delicadísimo, que sufre transformaciones a cada golpe. En cambio, Virginia es el ser poderoso, el biógrafo que salva la integridad de su personaje, justo lo contrario de lo que representaban en la realidad.

Virginia Woolf dedicó la novela a Vita. Y Vita Sackville-West dedicó a Virginia su poema Sissinghurt, el singular jardín creado en 1930 por Vita y su marido.

La relación de las dos escritoras acabó en 1935. No obstante cuando las bombas ya caen sobre los Woolf, alrededor de 1940, Virginia recibe un agradable y comestible regalo de la granja de Vita. Y ella le escribe una carta agradecida.

“Todo cuanto puedo decir es que cuando descubrimos la mantequilla en la caja hicimos que la familia –es decir Louie- entrara a mirarla. Es una libra entera, dije…Has olvidado como sabe la mantequilla. Por tanto te lo contaré: es algo entre rocío y miel. ¡Felicita a las vacas de mi parte!…No creo que nada me parezca importante excepto esto. Es cierto que todos nuestros libros llegan de la casa en ruinas mañana: maltrechos y llenos de moho… pero son menudencias. Caen bombas cerca… tonterías; han derribado un avión en el pantano: tonterías; malditas inundaciones… no, nada parece una corona de laurel apropiada en el pedestal de tu mantequilla…”

Virginia después de dar sus flores más bellas en sus páginas se hundió y Vita, la jardinera que la había regado en su momento de mayor esplendor, se fue con sus perros chow y su eterno Sr. Nicolson a su castillo en el condado de Kent donde seguiría plantando y trasplantando, escribiendo y segando, dando cenas, luciendo perlas y recibiendo a sus amigas hasta el final de sus días, en 1962.

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